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Capitulo 54

Elizabeth
-¿Me vas a decir ya adonde vamos?
Alan siguió mirando alrededor como si yo nunca hubiese hablado. Llevábamos un cuarto de hora andando y todavía no me había dicho que planes tenía. Por lo que sabía, estábamos en un barrio de pandilleros o algo de eso, porque todas las paredes estaban llenas de graffitis, a los edificios les faltaban ventanas y a cada persona que nos encontrábamos parecía cani. Nada bueno podía salir de esto.
-Relájate y disfruta del paseo...
-¡Já! Cómo si fuera tan fácil.-me puse de puntillas y le susurré al oído-Tengo miedo de que alguno de ellos saque una navaja.
Alan soltó una carcajada pero me puso el brazo encima de los hombros y me atrajo a su cuerpo de forma protectora.
-Estamos en pleno día cariño, no creo que ninguno se atreva.
Eso no me tranquilizó y tampoco me esforcé en disimular mi pésimo humor. Me crucé de brazos y puse mala cara, pero aún así tuve que seguirlo.
Sorprendentemente, la calle daba a algún tipo de parque-plaza, aparcamiento-. El suelo era de cemento, pero alrededor había altas paredes de ladrillos. Según supuse era la parte trasera de algunos edificios.
-Solía venir aquí antes...-comenzó a contarme. Me cogió de la mano y caminamos hacia las paredes-Me encanta dibujar y esto era alguna especie de escape para mí.
-¿De qué querías escaparte?-le pregunté curiosa.
-Mi vida no siempre ha sido perfecta.-dijo encogiéndose de hombros.
Nos paramos en frente de un gran dibujo. Estaba lleno de colores vivos-rojo, verde, blanco, rojo, azul, negro, plateado y morado-y ocupaba casi toda la pared. Intenté descifrar las letras pero como siempre pasa con los graffitis, era muy difícil. Aún así, me gustaba aquel dibujo.
-Lo hice cuando tenía catorce.
Entonces me di la vuelta y lo miré. Alan estaba esperando por una respuesta mía y yo solo pude abrir la boca.
-¿Lo...lo hiciste tú?
Sonrió como un niño pequeño, metió las manos en sus bolsillos y miró al suelo.
-Ya sé que no es nada del otro mundo, además nunca se lo enseñé a nadie...solo quería saber si te gus...¿sabes qué? Déjalo, fue una mala idea.
-¡Claro que no! Alan, me encanta. ¿Solo pintaste este?
Él levantó la cabeza y sus pupilas brillaban mientras  me sonreía más ampliamente.
-Si, solo pinte este en una pared, pero...¡tengo una idea!
-¿Cuál?
-¡ Espérame aquí!
Echó a correr y me precipité a gritar detrás de él.
-¡Alan, no me dejes aquí sola!
-¡No te pasará nada!
Y menos de un par de segundos salió de mi vista. Intenté no pensar que me encontraba sola y desamparada en un barrio de canis y me concentré en el dibujo. Quería descifrar lo que pone, así que lo miré y lo miré intentando ir entendiendo las letras. Hasta que pude leerlo. Life sucks. Si señor, espléndido mensaje.
No pasó mucho hasta que Alan volvió, asustándome al escuchar sus pisadas. Cargaba un montón de sprays de diferentes colores. Empezó a distanciarse de mí y le seguí, hasta que se paró delante de otra pared. A diferencia de la anterior, esta todavía estaba en blanco.
-Pienso hacer mi segundo graffiti.-me anunció.
Le sonreí y me apoyé encima de una barra de metal que había a unos metros de allí. Alan empezó con líneas, dibujando las letras. Después fue repasándolas y pintando el interior. Cuando pensé que había acabado, el se agachó y cogió otro spray. Se puso delante del dibujo y no me dejó ver lo que estaba pintando. Al cabo de unos cinco minutos, cuando se apartó, me quedé sin aliento. Era hermoso. Forever and always, eran las palabras que había escrito, pero fue lo que había dibujado al final lo que me dejó con la boca abierta. ¡Era yo! Me había dibujado. Y estaba tan bien que parecía una fotografía real.
-¿Qué te parece?-me preguntó mientras dejaba los sprays en una bolsa.
-Creo que es el mejor graffiti de la historia.
Corrí y me eché a sus brazos. Alan no opuso resistencia en sujetarme contra su cuerpo y darme un tierno beso en la frente.

Alan
-¿Y la universidad?
Miré a mi madre por encima de la taza de café.
-¿Qué pasa con ella?-pregunté frunciendo el ceño.
Mamá se levantó y dejó el bol de su desayuno en el fregadero. Luego se dio la vuelta y se apoyó contra el mueble de la cocina.
-Alan, seguramente no irán a la misma universidad...¿no crees que eso os separará?
Su pregunta me tomó con la guardia baja. La universidad. No había pensado en eso. Seguramente estaba tan feliz viviendo el presente que ni cuenta me di de qué ambos ya habíamos hecho las solicitudes de admisión meses atrás. Ahora el pensamiento de qué a lo mejor estudiaríamos a kilómetros de distancia me aterró.
-No creo. Aún así podremos vernos en vacaciones y si estamos lo suficientemente cerca, los fines de semana también.
Mi madre sonrió.
-Eso está genial. Elizabeth es una chica estupenda, no la pierdas.
-No lo haré mamá.
La puerta de la cocina se abrió y Jake entró con su pelo rubio desordenado y con el pijama de spiderman.
-Buenos días.
-¿Ronald no se ha despertado?-le preguntó mi madre. Él se dejó caer en una silla y apoyó su barbilla en sus manos.
-Me ha dicho que lo deje cinco minutos más.
Miré a mi mamá y ella me miró a mí. Sonreímos y negamos con la cabeza. Típico.

Elizabeth
-Entonces...¿tú crees que así estoy bien?
-Por enésima vez Eli, ¡estás caliente a más no poder!
Mis mejillas se pusieron rojas mientras echaba otro vistazo al espejo. El mini vestido negro que Nasti me eligió para esta noche era ajustado, corto y...¡con mucho escote! ¿Cómo demonios se supone que iba a ir a una discoteca vestida solo con este trapo?
-No sé...A lo mejor si me pongo una chaqueta....
-¡¿Qué?!-me gritó Nastia.-No, no, no. ¡Arruinarías mi obra de arte! ¡Estás preciosa y a Alan le dará un ataque al verte!
-¡Por supuesto! ¡Me pedirá que me ponga algo de ropa encima!
Nastia rodó los ojos y negó con la cabeza.
-No seas tonta. Él estuvo saliendo con Mónica, ¿no? ¡Mira lo fresca que iba ella de ropa!
-No. Me. Compares. Con. Ella.-le dije en tono cortante.
-Está bien, está bien. Entonces...¡mírame a mí!
-Pero tú estás acostumbrada a este tipo de ropa....
-¡Y tú te acostumbrarás también! ¡Fin de la conversación!
Nastia hizo sonar sus tacones rojos mientras bajábamos las escaleras. Su vestido, tan ajustado como el mío, no ocultaba prácticamente nada. Tenía sus piernas, espalda y gran parte de su pecho al descubierto. Cuando vi su escote en forma de V que llegaba prácticamente hacia su ombligo, dando una muy buena vista de la curva de sus pechos, casi me desmayé. Ella es capaz de llevar esa ropa, pero yo no. De todas formas, sabía que si ella escuchaba una queja más empezaría a gritar y eso es algo que no quiero presenciar.
Nate abrió los ojos como platos cuando nos vio bajar las escaleras y juro que le vi tragar saliva.
-Hermanita dime que no iréis a ningún sitio vestidas así.
Ella caminó a su lado dándole su mejor sonrisa inocente.
-Tranquilo grandullón, Alan y Luc estarán allí.
-Oh si, como me consuela saber eso.-dijo sarcásticamente.
-Pensé que te caía bien Luc.
-Y lo hace. Solo que no estoy cómodo con la idea de Luc quitándote ese vestido.-Nastia soltó una carcajada, pero luego Nate se volvió hacia mí.-¿Cómo conseguiste hacer que se pusiera eso?-le preguntó a su hermana.
-Oh bebé, ella tiene que crecer. Mira lo sexy que se ve.
Recé para que Nate no dijera nada y nos pudiéramos ir pero en cambio él me evaluó de arriba abajo y sonrió ampliamente.
-Se ve ardiente, lo reconozco. Pero sigue siendo la pequeña y pringada Eli.
Le saqué la lengua y pasé por su lado, pegándole un pequeño empujón. Antes de que yo llegara a la puerta, el timbre sonó y me apresuré. Cuando abrí la puerta, el aire frío hizo contacto con toda la parte de mi cuerpo que estaba expuesta.
Lo primero que vi fue la boca de Alan caer abierta y a Luc evalúandome igual que lo había hecho antes Nate. Hice un gran intento para no rodar los ojos.
-Hola chicos, ¿sabéis? Podríais saludar.-dije cruzándome de brazos y apoyándome en el marco de la puerta.
-Tú...hmmm...-Alan parecía algo incómodo y si no me equivoco sus mejillas estaban algo rojas y sus ojos brillantes.-Me gusta la ropa que has elegido, pero...¿no podrías cambiarte?
Incliné la cabeza hacia un lado sin entender.
-¿Por qué?
-¡Oh querida! El cavernícola posesivo y celoso salió a la luz.-Me di la vuelta para mirar a Nastia pero después volví mi vista al frente para no perderme la cara de Luc. Sip, estaba embobado.-¿Por qué no nos vamos?
De camino a la discoteca reinó el silencio. Ambas parejas íbamos de las manos, pero nadie decía nada. Aún así, no era un silencio incómodo, sino más bien uno relajador. El contraste en cuanto entramos en el lugar fue tremendo. La música house sonaba alta en los altavoces, las luces parpadeaban y se movían y la gente saltaba y movía su cabeza. Tiré de Alan hacia la pista de baile sin darle tiempo siquiera a pedir algo. Nos colocamos frente a frente y me reí cuando ninguno de los dos sabía como empezar. Aproveché para pegarme más a su cuerpo y comencé a moverme ladeando mis caderas y subiendo mis manos al aire. No nos costó mucho acostumbrarnos a la música y a los pocos minutos las manos de Alan estaban sobre mi cuerpo. Crucé mis brazos alrededor de su cuello y ambos nos miramos a los ojos mientras seguíamos la canción.
-Me prometí ser un chico bueno, pero ha sido verte con ese vestido y pensar en mil maneras de quitártelo.
Sonreí y rocé sus labios en un toque juguetón.
-¿Y por qué no lo haces?-le susurré mientras seguía rozando su mandíbula recién afeitada.
-Porque a lo mejor no puedo parar allí.
Le miré a los ojos y supe que estaba bromeando. Pararía. Si yo se lo pedía, lo haría. Solo que disfrutaba ponerme en situaciones vergonzosas e incómodas. Bien, no sucedería esta vez.
-¿Y quién te ha pedido que pares?-sus ojos se entrecerraron y no fue por la escasez de luz.
-Juegas sucio.
Sonreí y me di la vuelta. Llevé mis manos hacia atrás y las coloqué en su nuca. Alan puso las suyas encima de mis caderas y seguimos bailando así por horas.

-¿No crees que es tiempo de llevarte a casa?-me preguntó mientras otra canción empezaba.
Miré la hora y asentí. Eran más de medianoche. Les dijimos a Luc y a Nastia que nos íbamos y les dejamos solos. El frío de la calle envió energía a lo largo de todo mi cuerpo, diciéndome que aún no estaba cansada y que tenía ganas de seguir con la fiesta.
Cuando apenas quedaban dos manzanas para llegar a mi casa, me paré y tiré del brazo de Alan, acercándolo a mí. Mi boca se juntó enseguida con la suya y puedo decir que estaba sorprendido, pero enseguida tomó mi cara en sus manos y le dio vida al beso. Como me pasaba siempre, mientras sus labios y los míos se acariciaban, perdí la noción del tiempo, me olvidé de dónde estábamos y me concentré en su lengua apoderándose de la mía. El beso se volvió rudo y salvaje y mis manos se aferraban a su chaqueta mientras que las suyas bajaban por mis costillas. Me tomó por sorpresa cuando se separó, pero solo fue para tomar aire y continuar. Sus labios se cerraban y se abrían en torno a los míos y una de sus manos bajó a mi trasero, acunándolo. Jadeé y me froté con su cuerpo, pidiéndole más. Alan suavemente me apartó y levantó mi barbilla.
-Será mejor que te lleve a casa.
-No quiero ir a casa.-Alan levantó una ceja y me mordí el labio.-¿Puedo quedarme a dormir en tu casa?
Sus ojos se abrieron y su respiración se detuvo por unos instantes.
-Eli, tu mamá estará preocupada.
-La llamaré y se lo contaré.
-Mi mamá enloquecerá.
-No tiene por qué. Además, puedo entrar por la ventana.-me encogí de hombros.
Al ver lo decidida que estaba, Alan aceptó y llamé a mi madre. Le dije que me quedaría en casa de Nasti aunque dudo que me haya creído. En la casa de los Thompson entré por la ventana. Alan reía y negaba con la cabeza. Yo estaba entrando en la habitación de un chico a mitad de la noche por una ventana.
Cerramos la puerta con pestillo y bajamos la persiana.
-¿Y ahora qué?-me preguntó Alan. Le sonreí y señalé la cama.
-Vamos a dormir.
-¿A dormir?-preguntó sin entender nada.-¿Te has metido a mitad de la noche a mi casa para dormir?
Me acerqué a él y le di un rápido beso en los labios.
-Quería despertar contigo mañana.
Alan se puso su pijama, apagó la luz y se tumbó en la cama. Me levanté y comencé a quitarme el vestido. Era una lástima no poder ver su cara en ese instante.
-¿Has cambiado de idea?-me preguntó con una voz ronca y divertida.
-Nop. Solo que no dormiré con ese vestido, no es nada cómodo.
Me deslicé a su lado en la cama y apoyé mi cabeza sobre su pecho.
-¿Me estás pidiendo que no intente nada esta noche pero a pesar de eso vienes y te metes a mi lado en la cama casi desnuda?
-Si. Por favor Alan, deja de pensar en sexo.
-No pienso en sexo, sino en hacerte el amor.
Una corriente de calor atravesó mi cuerpo pero me mordí el labio para frenarla.
-Duérmete, es tarde.

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