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Capitulo 28


Elizabeth
Me apoyé en el cristal de la parada de autobús y moví mi pierna hacia arriba y hacia abajo inconscientemente. No hacia frío, cosa que agradecí. Mañana sería el primer día de junio, lo que significaba que cada vez estábamos más cerca del fin de curso, y también del viaje a EEUU. ¡Quiería ir a ese viaje! Yerlinda, la mamá de Alan, me había pagado el mes que estuve trabajando con ellos, pero aún así no tenía todo el dinero. Y eso quería decir que de nuevo estaba como en el inicio de todo esto: buscando trabajo. Después del instituto había estado dando vueltas por ahí, mirando anuncios y apuntando números de teléfono para llamar.
Nate se ofreció para acompañarme a casa, ya que él acaba su entrenamiento de fútbol a esa hora. Seguía moviendo mi pierna mientras mantenía la cabeza fija en el suelo. El autobús salió hace unos cinco minutos y ya no había gente en la parada, salvo yo. Miré de nuevo mi reloj de pulsera, rezando que Nate llegara.
Cuando cinco minutos más tarde vi una figura alta y musculosa con una bolsa de deporte roja colgando al hombro y en un chándal azul con rayas blancas me sentí aliviada. Su pelo estaba mojado y caía sobre sus hermosos ojos azules. Me acerqué a él y le propiné un golpe en el hombro.
-¿Pensabas tardar más?
-Oye, no es mi culpa. Habla con mi entrenador.
-Ya, ya...escusas.
Le sonreí para aclararle que no estaba enfadada con él y empezamos a caminar hacia mi casa. Las calles estaban tranquilas, nadie gritaba, ningún ruidoso claxon se oía y milagrosamente había muy poca gente.
-Entonces...-empezó diciendo Nate mientras se pasaba la mano por el pelo. Olía a jabón y a desodorante de la marca AXE, para ser más exactos el de chocolate.-¿Encontraste algún trabajo que te guste?
Negué con la cabeza. Había estado buscando mucho, pero pese a eso no encontraba nada. La única oferta que podría valerme era trabajar como camarera en el nuevo bar que han abierto, pero atender clientes borrachos no es lo mío.
-Y cambiando de tema...-dije levantando mi cabeza y mirándole a los ojos.-¿Qué tal con Sue?
Su cara se volvió roja mientras sonreía como un niño y miraba al suelo. Hizo una dulce mueca con la boca y después me dijo lo que yo ya suponía.
-Estamos saliendo...
-¡Bien!
Salté a sus brazos y le di un abrazo de oso, luego me separé de él y di un saltito de felicidad.
-Estoy contenta por ti. ¡Ya era hora de que te fijaras en alguien en serio! Y créeme, me gusta Sue. Ella pega contigo.-le sonreí y él pasó la mano por mi pelo, despeinandolo.
-Pues aplícate el consejo y busca a alguien.-Su mano se paró encima de mi cabeza y su mirada se volvió oscura..-Y por favor, que ese alguien no sea Alan.

Tragué saliva al recordar todo lo que pasó. Fue un beso, solo un beso. Tal vez para Alan no haya significado nada-cosa de la que estoy prácticamente segura-pero para mí si que significó algo, y por eso mismo no quería seguir por ese camino. Asentí con la cabeza y tiré de su brazo para ir hacia mi casa.
Cuando llegué, me despedí de mi amigo y abrí la puerta de casa. El aroma dulce y familiar me envolvió. Escuché voces viniendo desde el salón y caminé hasta allí, pero cuando llegué me quedé parada en el marco de la puerta. Esto no podía ser.

Alan
-¿¡Al menos lo intentas?!-me gritó James.
Apoyé mis manos en mis rodillas y maldije por lo bajo. Era el cuarto tiro a portería que fallaba. Luc llegó detrás de mí y me dio una palmadita en la espalda.
-Alan, estás tenso, deberías relajarte un poco.
Eso es lo que no dejaba de repetirme a mí mismo, pero no lo conseguía. ¡Maldición! Seguía pensando en Eli y en qué ella dejó de ser mi niñera. ¿Cómo si quiera a mis padres se les ocurría contratar a otra? Por supuesto que a ellos les daba igual quien cuidara de nosotros, ¡pero a mí no! ¡Yo quería a Eli! Y sé que en ese momento me parecía a un niño enfadado porque no le han comprado su juguete preferido, pero esto era algo serio.
Decidí dejar de hacer el gilipollas y salí del campo, dirigiéndome hacia el vestuario. Cuando estuve allí, me saqué la camiseta y me senté en el banco apoyando mi cabeza en mis manos.
-¿Problemas?-me preguntó alguien. Levanté la vista para ver como Cal se acercaba y se sentaba a mi lado.- Parecía como si no fueras tú él que estaba ahí fuera. Joder Alan, ¡fallaste cuatro tiros! Algo te está pasando...
La verdad es que Cal era el último con el que yo hablaría sobre el tema, pero sentía que iba a explotar si no hablaba con alguien así que aprovechando que estábamos los dos solos lo dejé salir.
-Hay una chica...me está volviendo loco. Con eso me refiero a qué no sé...mmm...eso es, no sé que siento por ella. Un segundo me entran ganas de matarla porque realmente es tonta y al otro tengo ganas de abrazarla y de decirle que no se vaya con el gilipollas ese con el que está saliendo.
Cal saltó una carcajada y mi ira creció. ¿Qué demonios era tan gracioso? Apoyó su mano en mi rodilla y me dio un apretón.
-Dime por favor que no es Mónica...
-Por supuesto que no es Mónica.-le dije entre dientes.-Ya me he dado cuenta de lo puta que es.
-¡Vaya, al fin!
¿Acaso todos mis amigos sabían lo zorra que era mi novia? ¿Por qué yo no me di cuenta antes? Me levanté del banco y apoyé mi cabeza contra la pared, llevándome las manos a la nuca.
-Alan, tu sabes de sobra que yo no soy el mejor en dar consejos sobre tías...pero si te gusta, díselo. Por Dios, ¿qué puedes perder?
Negué con la cabeza.  Por lo visto a Eli le iban los tíos forrados de dinero, con ojos azules y pelo moreno oscuro. ¿Cómo iba yo a competir contra eso? Seguro que su italianito amado ya la estaba consolando...

Elizabeth
-¡Pero te quieren de vuelta!
Estaba sentada en el enorme sillón de mi salón y delante de mí, la señora Thompson no paraba de suplicarme que volviera a trabajar para ella. Mi mamá nos dejó solas poniendo la escusa de qué tenía que acabar un informe y subió a su cuarto.
Miré a Yerlinda, la mamá de Alan y le mostré una pequeña sonrisa.
-Ya se lo expliqué, no puedo seguir trabajando allí. Los exámenes finales se acercan y necesito estudiar mucho.
-Pero mis nenes te necesitan cariño. Intenté buscar otra niñera, ¡no sabes como se han puesto! Hasta Alan está alterado.
Alan...Él era el motivo por el cual yo dejé el trabajo. Y ahora que lo pensaba...¿dejé mi trabajo solo por el simple hecho de qué tenía miedo de lo que podría pasar si lo volviera a ver? Sonaba tan cobarde...Y por otro lado, me dolía ver a la señora, que con todo su cariño me acogió en su casa, así. Tomé una larga respiración y me obligué a elegir. ¿Volver a trabajar como niñera y conseguir ir a los EEUU o quedarme en casa porque no tenía el dinero suficiente? ¿Volver a ver a Alan o quedarme en casa, lejos de lo problemas? Mi mente estaba hecha un lío y no quería tomar la decisión equivocada...Así que recé por no arrepentirme de esto.
-¿Cuándo empiezo?
La señora sonrió de oreja a oreja y saltó del sofá.
-¡Gracias, gracias, gracias!-se abalanzó sobre mí y me dio un abrazo de oso mientras intentaba contener las lágrimas.-¡Ahora mismo! ¿Vienes conmigo?

Cuando la puerta de la casa de los Thompson se abrió parecía como si hubiera pasado mucho tiempo desde la última vez que estuve aquí. Seguí a la señora por el pasillo y cuando llegamos al salón y los gemelos me vieron, se levantaron deprisa del suelo y corrieron hacia mí. Se agarraron a mi cintura y hundieron sus cabezas en mi barriga.
-¡No te vuelvas a ir!
-¡Te queremos a ti y pija amiga!
-¡No queremos a la bruja que mamá quiere contratar!
-¡Aunque me intestaste matar me caes bien!
Los pequeños no dejaban de hablar y las comisuras de mis labios se levantaron. Les caía bien...¡vaya! Me agaché y pasé mis manos por sus pequeños rizos rubios, despeinandolos. Esa escena me recordó a la primera vez que conocía a Alan. Hablando de él...Levanté mi vista y nuestras miradas se encontraron. Estaba de pie, delante del sofá, y a su lado se encontraba Luc. Alan tenía una linda sonrisa dibujada en su cara, como si se alegrara de volver a verme. Le medio sonreí de vuelta y me puse de pie.
-Elizabeth volverá a trabajar aquí-nos informó la señora Thompson-Quiero que la tratéis bien para que no se vuelva a ir, ¿de acuerdo? -Todos asintieron, incluso los mayores.-Bien. Ahora que todo está de vuelta a la normalidad tengo que irme al trabajo, no puedo permitirme perder más horas de trabajo. Os veo en la noche angelitos.
Les dio un beso en la frente a sus tres hijos y luego abandonó la casa. Un incómodo silencio se apoderó de la habitación y sentí que el aire se hacía cada vez más pesado.
-Oye enanos.-oí decir a Luc.-¿Qué tal si os enseño esos pases de tennis que queríais aprender?
Me di cuenta enseguida de que lo que Luc buscaba era darnos algo de privacidad a Alan y a mí. Los tres sacaron unas raquetas y salieron al patio. Cambié mi peso de un pie a otro, buscando algo que decir cuando recordé mi conversación con Aless en el aeropuerto antes de qué el se fuera.
-Me ha encantado volver a pasar tiempo contigo.-me dijo mientras tenía mis manos entre las suyas. Le sonreí mientras miraba sus profundos ojos azules.
-A mí también. Deberías volver más a menudo...
Su mano fue a mi mejilla y me acarició. Luego apartó un mechón de mi cara y lo metió detrás de mi oreja.
-Me gustaría que las cosas hubieran sido diverso.
-¿Diferentes?-pregunté confundida.
-¿Recuerdas nuestra cena? El idiota ese la estropeó por completo.
Reí al recordar como Alan me había sacado de allí diciéndome que se trataba de un asunto de vida o muerte. ¡Mentiroso! Solo quería que jugáramos al póker por él.
Asentí con la cabeza y Aless se acercó todavía más a mi cara.
-Quería que esa fuese una noche especial entre los dos, pero cuando lo elegiste sin pensártelo dos veces me di cuenta de qué tú sentías algo por él. Luego, en la fiesta, no dejabais de miraros el uno al otro y el te defendió delante de la rubia esa. Le quieres Eli y lo único que yo puedo hacer es desearte que seas feliz con él.
Abrí mis ojos como platos y negué con la cabeza.
-Eso no es cierto.
-Lo es bella. Créeme, vi como te miraba y como le mirabas tú. No deberías perder el tiempo, un día te arrepentirás de ello.
Suspiré y asentí con la cabeza.
-El día que tenga claros mi sentimientos, iré a por ello, te lo prometo.
-Sono contento di escuchar eso.
Aless se había ido minutos después de que nosotros tuviéramos esa conversación. Él había dicho que entre Alan y yo había algo, ¿tendría razón?
-¿Por qué renunciaste?-la voz de Alan me trajo de vuelta al presente.-¿Fue por mí?-Negué con la cabeza.
-Nos estamos acercando al fin de curso y necesito estudiar para los exámenes.-mentí.
Él se acercó a mí, disminuyendo el espacio que nos separaba.
-Entonces...¿no tenía nada que ver con qué tú y yo nos besáramos en la fiesta benéfica?-volví a agitar mi cabeza. Metió sus manos en su bolsillos y miró al techo.
-Alan...hagamos como si eso nunca sucedió.-cuando me miró su cara reflejaba curiosidad.
-¿Por qué? ¿No te gustó?-me envió una sonrisa pícara.
-No se trata sobre eso, ¡soy tu niñera!
-Bueno yo he visto un montón de películas dónde...
-¡Necesitas dejar de ver películas! Esto es la vida real Alan. ¿Quieres qué me quede aquí? ¡Actúa con normalidad!

4 comentarios:

  1. Me encanta *3* Seguid así, es increible!! Ojalá lleguéis muy lejos!!

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  2. Perfecto Me Encanto
    Ya Quiero Otro Capitulo
    Esta Novela Me Encanta ^w^

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  3. Geniaal! Jajaja creo que eso de "actuar con normalidad" no va a salir bien, eh? Siguientee! Esta muy interesante ^^

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