Capitulo 25

VESTIDO DE NASTIA

Nastia
-¡Que ilusión!-exclame dando saltitos alrededor de Nate.

-Te he dicho que no es mi novia...-suspiró mi hermano-Solo somos amigos

-Ya, claro-puse los ojos en blanco- Por eso vas tan arreglado

-¡Voy arreglado porque vamos a una cena benéfica!

-Excusas, excusas...-le hice bien el nudo de la corbata que se estaba intentado poner. No tenía ni idea de porque yo si sabía hacer nudos de corbata y él no, que es quien los usaba-Sue va a caer rendida a tus pies

-¿Tu crees?-preguntó esperanzado mirándome tímidamente. Una sonrisa de oreja a oreja apareció en mi cara

-¡Mi hermanito esta enamorado!-volví a dar saltitos al rededor suyo

-No estoy enamorado...¡Y deja ya de saltar! Me pones nervioso...

Le abrace fuerte y me fui a cambiar. Ya me había maquillado y peinado con una trenza de raiz que colgaba a un lado llegando hasta casi mi pecho. En ese momento estaba con el albornoz buscando el vestido que me pondría para la fiesta. Nos habían invitado a mi familia y a mi a una fiesta benéfica para recaudar fondos para una ONG. Creo que esas fiestas solo las hacían para limpiar sus conciencias o su imagen. Había que ir por parejas y mi hermano había invitado a la chica que le había dado su número en aquella tienda. Habíamos invitado también a Aless y a Eli, que irían juntos como pareja y yo había decidido ir con Gianluca. Me había caído muy bien en el poco tiempo que habíamos pasado juntos y era sin duda, mejor acompañante que un tipo baboso con solo una neurona que esté de vacaciones.

Opté por ponerme un vestido que llegaba hasta el muslo ajustado por el pecho y después de vuelo con varias capas. El color era entre el rosa salmón y beige, mas clarito por la parte del pecho un poco más oscuro por la falda.

-¡Nastia! ¡Ya están aquí!-avisó mi madre a voces desde la escalera

-¡Voy!-me di un ultimo retoque poniéndome unos zapatos de tacón rojo a juego con el bolso.

Baje las escaleras y me encontré allí a todos. Los chicos, Aless, mi hermano y Gianluca iban con esmoquin con camisa blanca y pantalón, chaqueta y corbata en el caso de Aless y Nate, negros, y pajarita negra en el caso de Gianluca. A todos les sentaba como un guante.

Eli estaba preciosa, con un vestido largo de color, entre rojo y rosa oscuro, un color que no sabría definir bien. Su pelo estaba recogído en un moño alto, bien hecho, con dos mechones callendo a cada lado de su cara, dándole un toque sensual y elegante. Aless la miraba totalmente embobado.

Sue tambien estaba allí. Parecía nerviosa, pero era normal con tanta gente desconocida a su alrededor. Llevaba un vestido azul oscuro, con una falda de vuelo que llegaba hasta el muslo y el vestido era de manga larga, la parte de arriba era de una tela transparente y bordadas unas flores, azul oscuro también, evitando que revelase mucho. Su pelo estaba suelto con la parte izquierda sujeto con dos orquillas
-¿Salimos ya?-pregunté-¿Y papá y mamá?
-Han salido ya, para no "cortarnos el rollo"-hizo comillas con los dedos
-Entonces vamos en otro coche ¿no?
-Si
Salimos al jardín y una limusina nos esperaba. Me pareció un poco excesivo, pero nadie aparecía en estas fiestas en un coche normal. Nate y Sue iba por detrás y la escuché susurrar a mi hermano con reproche:
-No me habías dicho que eras rico-le miró con los ojos entrecerrados- Esas cosas se avisan
-Y tu no me habías dicho que te sentaban tan bien los vestidos-respondió él con una sonrisa en el rostro provocando que las mejillas de Sue se sonrojasen-Esas cosas se avisan

Luc
Si esto era una fiesta que me pegasen un tiro. No había música, la gente hablaba con voz moderada como que colores se llevaban de moda este año, en el caso de las mujeres, o de alardeos sobre el trabajo en el caso de los hombres y reían falsamente por cualquier tontería sin sentido. Todos parecían que les hubiesen metido un palo por el culo, de lo formalitos que iban. Y nosotros, aquí, sirviéndoles copas y aperitivos a estos ricos mimados.
Ni si quiera sabía porque estábamos aquí. Alan y yo ya no debíamos dinero a nadie, así que trabajar de camarero para unos ricos, por muy bien que pagasen, no era necesario. Pero aún así habíamos venido. Nuestros uniformes eran pantalones negros, con camisa blanca y chaqueta y pajarita color granate.
Todo iba bien hasta que llegaron ellos. Esto no podía ser cierto. No podía ser cierto. ¿Porque siempre estaban en el mismo lugar que nosotros? Observé como uno de los percherones, como los llamaba yo, ayudaban a Nastia a quitarse una gabardina negra muy femenina, dejando ver un vestido que seguro que estaba hecho para provocar infartos. Dejaba ver lo suficiente para dejar a los hombres con ganas de más, pero no tanto como para ser una guarra. Perfectamente acorde con su personalidad.
Rechiné mis dientes cuando la vi colgarse del rubito italiano. Seguía preguntándome que tenían los italiano que volvían locas a las mujeres. No estaba celoso, para nada, solo me lo preguntaba. El resto tampoco iba solo. Eli iba con el primo de Nastia y su hermano con una chica que tenía mechas rosas. Todos iban de punta en blanco, y Nastia y su hermano proferían sonrisas falsas a la gente que se les acercaba y presentaban a sus amigos. Busque a Alan con la mirada y lo encontré con la vista fija en mi echándole miradas a donde estaban Eli y Nastia. Entonces una bombilla en mi cerebro se encendió. Lo peor no sería que estuviesen aquí. Lo pero sería tener que servirles.

Nastia
Entramos a la fiesta y ahí estaban los mismos personajes de siempre, con nuevas caras sin arrugas o nuevos pechos con unas tallas más que antes. Todos igual de superficiales. Mi familia odiaba estas fiestas. Gente se me acercaba, personas que habían trabajado con mi padre y yo intentaba parecer lo más amable posible, aunque me estaba costando un rato. Nate y yo estábamos más acostumbrados a estos ambientes, pero el resto nos seguían sin saber muy bien que hacer. Algún matrimonio infeliz me presentaba a sus hijos, aún cuando yo ya tenía acompañante, Gianluca, que me libraba de bastantes moscones. Por eso vine con pareja, porque si venías solo tendías a decir que estabas ¡libre y listo para formar un nuevo imperio!. Lo se, asqueroso.
Nosotros seis nos alejamos un poco del resto de la gente y del resto de niños mimados. Al verlos, agradecía profundamente que mis padres nos hubiesen criado exactamente de la misma forma que les criaron a ellos mismos, en vez haberse dejado llevar por el dinero.
Paso como una medía hora con los aperitivos, Aless coqueteando con Eli, Nate y Sue, aunque lo negasen, estaban acaramelados a más no poder, y Gianluca y yo, riéndonos de ellos en silencio.
Llego la hora de comer y la anfitriona de la fiesta nos indicó donde teníamos que sentarnos. Me sorprendió un poco que solo estuviésemos en la mesa los Benidetti, porque normalmente compartías la velada con otra gente.
-¿Como es que estamos solo nosotros?-preguntó Nate extrañado pero igualmente feliz
-Digamos que me debían un favor-dijo mi padre misterioso. Mi madre rió con su risa cantarina y beso a mi padre en los labios
-En la mesa arrumacos, no ¿eh?-bromee y el resto rieron. Pero no escuche la risa de Eli. Mire hacía ella y estaba blanca como la leche- ¿Que te pasa?-susurré. Me dio un codazo y señalo disimuladamente al frente, detrás de mis padres. Mi piel tomo el mismo tono que el de Eli y respiré hondo. ¿Estábamos de broma? ¿Porque aparecían por todos lados? Luc y Alan venían hacía nosotros con bandejas en la mano. ¿Nos iban a servir? Esto iba a ser incomodo.

Luc
-Los nuevos-nos dijo el jefe a Alan y a mi-Vosotros serviréis a los Benidetti, que son más fáciles de tratar y no tendréis tantas posibilidades de cagarla
-¿Benidetti?-pregunté con voz entrecortada. Por favor que no fuesen quien yo creía. Por favor que no fuesen quien yo creía
-Si ¿veis esa mesa de allí?-nos preguntó confirmándonos lo peor-Pues esos, ya estáis tardando.
Cogimos las bandejas a regañadientes y nos dirigimos hacía ellos. Nastia y Eli nos vieron llegar y se pusieron blancas como la leche. Cuando llegamos a la mesa, su hermano, el primo y el rubio nos reconocieron y abrieron los ojos como platos, pero no montaron un numerito por que los padres de Nastia estaban delante. Mientras servía los platos observe que el parecido de Nate y Nastia era más destacado con el padre que con la madre. Nos dieron las gracias al servirles el plato, cosa que me sorprendió y cuando llegue a Nastia ella me miraba con los ojos como platos preguntándome silenciosamente que hacía aquí.
-Nastia, que se dice-dijo su padre serio como su ella fuese una niña. Al igual que el gracias me sorprendió ese trato que no había visto en el resto de los asistentes de la fiesta
-¿Eh? Si, gracias-dijo aturdida. ¿No reprochaba? Vale, eso si que era raro
Nos retiramos los más rápido posible de allí y respiramos tranquilos al perderlos de vista. Probablemente ese fue uno de los momentos más incomodos que vivido
-Lo nuestro no es la suerte ¿eh?-intentó animar el ambiente Alan sin mucho resultado
-La próxima vez, matarme si se me ocurre volver trabajar de esto...
-Lo mismo digo...
Les servimos el segundo plato y el postre y me mosqueó un poco que fingieran no conocernos. ¿Es que acaso les dábamos vergüenza? ¡Pues que las diesen!
Terminaron de cenar y el italiano no se separaba de Nastia. Reían constantemente y estaban muy cerca. ¡El tío llevaba pajarita! Bueno, yo también, pero era el camarero...Nastia se levanto en dirección a los baños y vi mi oportunidad. Cuando estaba fuera de la vista la arrastré al armario de los abrigos.
-¡¿Pero que...?!-empezó a gritar pero le tapé la boca llevándome un buen mordisco
-Serás...-gemí frotándome la mano
-¿Se puede saber que haces?-preguntó cabreada en susurros
-¿Que pasa? ¿Que ahora si sabes quien soy?-contesté de la misma forma
-¿Que...?
-No es cómodo serviros pero por lo menos algún reconocimiento por vuestra parte estaría bien.
-Tampoco es cómodo que alguien que te cae medianamente bien te sirva como si no tuvieras manitas ¿sabes?
-¿Te caigo medianamente bien?-pregunté
-Hablaba de Alan
-Ya, claro...¿Y que tal con tu italiano? Parecéis muy...únidos-dije sarcásticamente
-Es que estamos muy unidos-contestó ella. Yo me acerqué aún más a ella hacía una pared llena de abrigos
-¿A si?
-Si-tragó saliva por su delicada garganta y sonreí
-¿Cuanto de unidos?-nuestras narices se estaban rozando y notaba su respiración en mi boca
-Mucho...
-Pues no lo vais a estar tanto-junté mis labios con los suyos después de lo que pareció una eternidad. Sus labios eran increíblemente suaves y cálidos. Detrás de mis párpados sentí como ella se entregaba al beso y posó su mano en mi mejilla acercándome más a ella. Perdí todo sentido del mundo a mi alrededor y solo estábamos ella y yo. No sabía cuanto tiempo estuvimos allí, bebiendo el uno del otro cuando unos golpes sonarón en la puerta obligándonos a separarnos. La voz de Alan resonó dentro del armario haciéndome recuperar mis sentidos.
-¿Luc?
-¿Si?-pregunté con voz ronca
-¿Que coño haces ahí? ¡El jefe nos busca!
-Ve yendo-le apuré y cuando escuché sus pasos alejarse miré hacía Nastia, que se lamió los labios hinchados por el beso y me miraba con ojos confusos. Supe que por su cabeza estaba pasando lo mismo que en la mía. ¿Que coño había pasado?

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Perdón por el retraso, pero es que el viernes por la mañana temprano, salí de viaje y he estado todo el fin de semana ocupada hasta ayer domingo que llegue por la noche, y no he tenido apenas tiempo ni de tocar el ordenador. De verdad que siento lo del retraso y espero que no vuelva a pasar, y claro, tambien espero que os haya gustado el capitulo. Gracias y besos