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Capitulo 24

Elizabeth
-Tampoco es para tanto...-me quejé mientras Nastia me obligaba a sentarme en la enorme silla que había puesto delante de su tocador.
-¡Claro que lo es!-me reprochó ella mientras me quitaba el coletero y dejaba caer mi pelo en mi espalda.-Vas a salir a cenar con mi primo, y quiero que estés guapísima.
-Nastia...¿tu me quieres liar con tu primo?
Ella se dio la vuelta, buscando el rizador dentro de su pequeño maletín.
-No...¿por qué lo preguntas?-dijo de forma inocente mientras enchufaba el aparato.
-¿Por qué? Oh, por dios. Has estado actuando como la celestina desde que te dije que Aless me invitó a cenar.
-Bueno, lo siento por intentar hacer que salgas con el chico más maravilloso del mundo y te olvides un poco de Alan...
-Espera...¿Alan?
Nastia había cogido un mechón de mi pelo y lo estaba enrollando en el rizador. Hizo una mueca que yo percibí a través del espejo y apoyó su peso en el otro pie mientras esperaba.
-Sí. Venga ya...tú y él..tenéis...algún tipo de "roce".
-¿Cómo tú y Luc?-dije sin pensarlo. Nastia entrecerró los ojos y se concentró en mi cabello.
-Esta conversación está acabada.-me dijo. Eso mismo pensaba yo.
Tras rizarme el pelo, maquillarme y conseguir que me ponga un estúpido vestido de cóctel negro, Nastia se sentía orgullosa. Y no era para menos. Cuando me miré al espejo, sin duda me gustó mi reflejo.
El vestido era de tirantes gruesos y me llegaba hasta un poco más arriba de las rodillas. Tenía una cinta rojo en la cintura y no era precisamente ajustado. Algo cómodo y juvenil.
-Ahora bien...a mi primo se le caerán los huevos.
-¿Qué?-solté dándome la vuelta hacia ella.-¿De dónde sacaste esa frase por el amor de Dios?
-Tú preocúpate por dejarle una buena impresión esta noche,¿eh?-me dijo guiñándome un ojo. Oh, no. ¿Dónde me había metido?
El timbre consiguió sacarme de mis pensamientos y caminé junto a mi amiga hasta la puerta. Ella me dejó abrir y cuando lo hice fui yo la que casi se cae por falta de resistencia en las piernas.
El perfecto-espléndido, hermoso, inigualable, adorable, precioso-pelo rizado de Aless caía sobre su cara, pero aún así, no tapaba sus ojitos azules. Esos ojitos que tanto me gustaban. No tenía nada de barba y la sonrisa que se dibujaba en su cara dejaba boba a cualquier tía. Llevaba una camisa blanca y unos vaqueros negros a conjunto con sus zapatos italianos. ¡Y tenía un ramo de rosas en las manos! ¿No era este el príncipe azul con el que todas soñamos?
-Estás bellissima.-me dijo con su ronroneante voz mientras me tendía el ramo de rosas. Lo cogí y recé por no desmayarme por lo dulce que era.
Le pasé rápidamente el ramo a Nastia y ella se despidió de nosotros con la mano. Aless había alquilado un coche, ya que no tenía aquí el suyo. Abrió la puerta del hermoso vehículo de color blanco y me ayudó a subir. Cuando se sentó en el asiento del conductor y arrancó me tranquilicé.
-Había pensado en un restaurante italiani, ¿qué te parece?-me preguntó.
-¿Estás en España y lo único que se te ocurre comer es comida italiana?-le pregunté. Nos reímos por un momento y luego él puso una mano en su barbilla, entrando en estado de "concentración".
-Mmm...bene...¿Qué te parece...restaurante giapponesi?
-¿Eh?-obviamente mi cara le mostraba que no había entendido lo que me había dicho porque soltó una carcajda y se quedó pensando.
-¿Cómo lo llamáis vosotros?Mmmm...¡ah sí! Japonés.
-Oh, no. Prefiero el italiano.-dije negando con la cabeza. Aless alzó una ceja mientras me miraba curioso.
-¿Algún trauma con los restaurantes giapponesi?-me preguntó intentando no reírse.
-Digamos que...no comparto sus gustos por la comida.
El viaje hasta el restaurante transcurrió con tranquilidad. Hablamos sobre los viejos tiempos y qué cosas nos habíamos perdido de la vida del otro en todo este tiempo. Me lo pasaba genial con él, gracias a qué siempre sabía como sacarme una sonrisa. Él realmente era muy tierno y amable, ¡ya podría Alan aprender algo de él!
Cuando llegamos allí, me abrió tanto la puerta del coche como la de la entrada del local y nos sentamos en una mesa para dos. La decoración del restaurante era elegante con un toque moderno.
-Mi prima ha cambiado mucho...-dijo mientras hacia girar la copa de vino entre sus dedos.
-¿A qué te refieres?
-Antes no estaba tan segura de sí misma, me resulta difícil creer que ya no es una niña.-le sonreí mientras acerqué mis manos a las suyas y las juntábamos.
-Estás actuando como un hermano protector, y créeme para ese puesto ya tiene a Nate.-Aless asinintió no muy convencido y me acarició la barbilla con sus dedos.
-Tú también has cambiado molto...
-Ya no soy una niña, Aless.
En ese momento un recuerdo de mi infancia llegó a mi mente, haciéndome sonreír.
Alessandro me tenía bien agarrada de la mano mientras corríamos por el pequeño bosque. Siempre me gustó la casa de campo de la familia Benidetti. Era una pequeña casita que estaba situada cerca de un riachuelo y rodeada por un espeso bosque. Intentaba seguir el paso de Alessandro, pero él era más alto y más ágil que yo. Mis manos sudorosas se escaparon de las suyas y caí al suelo, raspandome las manos y ensuciando mi hermoso vestido de color blanco.
-¡Ay!
Alessandro enseguida se dio la vuelta y se agachó para ver si yo estaba bien. Me escocían las manos y la sangre ya amenazaba con salir. Empecé a soplar para aliviar el escozor, pero no servía. Entonces vi como él se levantaba y echaba a correr por el camino de vuelta. ¿Me había dejado sola? ¡No era justo! Había venido con él, no podía dejarme plantada. Pero el escozor era muy fuerte y comencé a llorar. Mis lágrimas caían por mi rosadas mejillas mientras yo estaba ahí, sentada en el suelo. No paraba de sorberme la nariz y llorar, haciendo algún estúpido intento por soplar hacia mis palmas. 
No tengo ni idea de cuánto tiempo pasó, pero al rato vi como Alessandro volvía corriendo. Estaba agotado y respiraba entrecortadamente. Se apoyó a mi lado y me sonrió mientras tomaba fuertes bocanadas de aire. Abrió la palma de su mano y vi una linda tirita blanca con dibujos. Sin evitarlo le sonreí, solo para poder disfrutar de su sonrisa de vuelta. Me gustaba el brillo de sus ojitos azules cuando estaba feliz. Me gustaba su lindo pelo largo y rizado. Me gustaban sus hoyuelos. Me gustaba todo de aquel lindo chico italiano.
-Devi stare più attento.-él casi no sabía hablar español, por eso la mayoría de las veces apenas le entendía.
Aless abrió la tirita y la pegó a mi palma, seguramente con tan solo ocho años, el no sabía que había que desinfectar una herida, eso daba igual. Me ayudó a levantarme y a intentar quitar la tierra de mi vestido. Cuando le vi haciendo aquello, mi corazón dio un vuelco. Me acerqué a él y le planté un beso en la mejilla, haciendo que sus pómulos se volviesen rosados y sus ojos chispearan.
-¿Por qué sonríes?-me preguntó Aless mientras le daba un apretón a mi mano.
-Recordaba viejos tiempos...-pude ver la confusión en su cara, sin embargo sonrió.
Estar con él era tan agradable...De pronto la sonrisa de la cara de Aless se esfumó, siendo sustituida por una mirada fría y tensa.
-¿Qué pasa?-le digo.
-Eso mismo me pregunto yo.-me contesta Aless cuando, en ese justo momento alguien llega a mi lado.
-Cenicienta siento arruinarte tu cena, pero necesito que me acompañes.-miré a Alan con cara de idiota.
¿De dónde demonios había salido él? ¿Y por qué ahora? ¿Me seguía? Argggg, ¡acababa de arruinar mi noche.
-Alan, esta noche no soy tu niñera. Cuídate solito anda, que ya eres demasiado meyorcete, ¿no crees?
Él solo me dedicó una sonrisa y una mirada asesina.
-Lo siento Romeo, me llevo a Julieta.
Sin decir nada más tiró de mi brazo y me levantó. Por el fuerte impulso hizo que yo chocara contra su pecho y que el me agarrara en un abrazo.
-Eli...-susurró a mi oído.-Lo siento por esto de verdad, pero necesito tu ayuda. Es un asunto de vida o muerte.
Mi sangre se congeló y asentí con la cabeza. Me di la vuelta hacia Aless que nos miraba sin comprender nada de lo que sucedía. ¡Juro que si esto era una broma de Alan iba a dejarle sin huevos!
-Aless, ¿me odiarías por el resto de tu vida si ahora mismo te dijera que debo irme?-le pregunté rezando para que la respuesta fuera un no. Alan rodó los ojos, obviamente le parecía una pregunta estúpida.
-Fai quello che devi fare.
Sonreí para mis adentros al recordar que aquella era una frase que Aless me solía decir mucho cuando éramos pequeños. Haz lo que tengas que hacer. Al fin y al cabo, me había quedado con algo de italiano. Me acerqué a mi "cita" y le planté un besito en la mejilla, murmurando un hasta luego. Alan no perdió el tiempo y me arrastró fuera del restaurante. Cuando salimos a la calle, comenzó a caminar deprisa.
-¿A dónde vamos?-le pregunté mientras que luchaba por seguirle el paso.
-¿A ti te van mucho los chicos de la familia de Nastia, eh?-pero cuando me lo dijo, ni siquiera me miró.
-Eso es porque todos los de la familia son dignos de babear, ya podrían otras familias ser iguales...-dije encogiéndome de hombros. Vale, había herido su ego, porque se dio la vuelta y me miró entrecerrando los ojos.
-¿Sabe tu novio que esta noche estabas cenando con su primo?-me preguntó cruzándose de brazos.
-¿Novio? ¿Cuál novio?-dije de manera inocente. La boca de Alan cayó.
-¿¡Rompisteis?!
-¿Quienes?
-Tú, el hermano de Nastia...¿Eli necesitas un jodido esquema?-el estaba levantando la voz así que suspiré y pensé que era hora de poner fin a todo esto.
-Verás, Nate y yo somos los mejores amigos del mundo.-gesticulé con las manos para darme a entender.-A-MI-GOS. Nada de novios. ¿Lo entien...?
-¡Os besasteis!
-Bueno sí, tú también me besaste y no eres mi novio.-le acusé. Eso pareció funcionar, porque cerró la boca y se giró, volviendo a retomar el camino.

Alan
Cerré mis puños, obligándome a relajarme. Primero, tenía a la mafia rusa detrás de mi culo, después me entero de que mi niñera tiene una cena con el italianito de los cojones y para concluir, ¡ella y el hermano de Nastia ni siquiera eran novios! ¿Cómo le permitió besarla? Y ahora volvemos al punto del que partí con este razonamiento...¡yo también la besé! ¡Pero a mí me pegó! Y a él, en cambio, le sonrió.
Cuando llegamos al bar, me giré y cogí a Eli de la mano.
-No te separes de mí...-quise decírselo de forma amenazante y fría, pero en cambio me salió como una si se lo suplicara.
Ella asintió y entramos dentro. El lugar estaba lleno de humo, las paredes estaban mohosas y había un fuerte olor a humanidad en el ambiente. Además el suelo estaba pegajoso y había mucha oscuridad. Eli arrugó la nariz y tiré de ella más cerca de mí. Caminé, buscando a Luc y a Nastia. Cuando llegamos a su lado, Luc nos miró e hizo un movimiento con la cabeza, señalándome donde estaban los rusos.
-Y ahora bien, ¿para qué demonios nos necesitáis?-dijo Nastia cruzandose de brazos.
-Verás...-empezó Luc intentando acabar rápido con esto.-Perdimos mucho dinero en el poker con unos rusos. Ahora quieren nuestras cabezas.
-¿Y nos habéis traído a nosotras como sacrificio?-dijo Eli horrorizada intentando echar a correr. La agarré de la cintura y la volví a pegar a mi cuerpo.
-¡Ven acá estúpida!-le dije.-Os hemos traído a vosotras por que sois asquerosamente buenas jugando al poker.
Ella y Nastia sonrieron con complicidad.
-Sigue...-me dijo Nastia mientras se pasaba la mano por su larga melena morena.
-Y por qué en el fondo sé que os vais a divertir pateando unos gordos traseros en este juego.
-Mmm, nadie ha dicho que ganemos...-susurró Eli asustada. Luc le dedicó una mirada asesina y miró a Nastia.
-¿Por favor...?-le susurró a esta. Nastia suspiró de un modo muy dramático y solo dijo:
-Nos vais a deber una, una muy gorda.
Luc y yo asentimos sonrientes y cada uno cogimos a una de la mano. Nos acercamos a las mesas de póker, buscando con la mirada a los rusos. Cuando lees vimos sentí a Eli temblar y le apreté la mano. Ella asintió, armándose de valor. Dios, solo espero que no la estemos cagando aún más.
-Vaya, mirren a quien tenemos aquí.
Me estremecí al escuchar la voz del tipo, se me había acercado por detrás y nos había dado a Luc y a mí una palmada en la espalda.
-Y nos habéis trraido compañía.-dijo mostrando una maléfica sonrisa mientras miraba a las chicas.
-Jugaremos esta noche.-anuncié provocando que el volviera su vista hacia mí.
-Bien. Perro chicos, si perrdéis ..-se calló dando énfasis a la oración.-Vais a irr a darr un paseito con mis amigos, y nos quedamos con las chicas.-nos guiñó un ojo y señaló la mesa.-Adelante.
Tragué saliva, pero procuré que no se me notara. No quería poner aún más nerviosa a Eli. Sin embargo Nastia era la única que actuaba con total normalidad, sonreía y se pasaba la mano por el pelo con sensualidad mientras se sentaba en una de las enormes sillas. Luc parecía estar tenso, pero no dijo nada y únicamente se limitó a sentarse a su lado. Cuando todos nos habíamos colocado, empezaron a repartir las cartas. Solo pude rezar para que todo esto acabara bien.

Eli se apoyó en mi hombro mientras salíamos del bar. Seguramente estaba agotada. Detrás de nosotros Nastia y Luc no paraban de reírse.
-Lo hicisteis bien...-le digo a Eli mientras le froto el brazo.
-¿¡Bien?!-grita Nastia contenta.-Chicos esos tipos, ¡os deben dinero!
Ella y Luc volvieron a reír mientras yo miraba a Eli, casi se estaba durmiendo, pese a eso seguía caminando a mi lado.
-Gracias...-le susurré contra el pelo y después le di un beso en la frente. Ni siquiera se inmutó. No pareció afectarle. Sonreí para mí mismo al darme cuenta de qué había ganado algo de terreno con ella. Se sentía bien tenerla entre mis brazos. Demasiado bien.




5 comentarios:

  1. Oiins... Alan y Eli!! <3
    Pero pobre Aless, con lo que me encanta, jo >.< Pobrecito, le ha dejado plantado en medio de la cita...no se merece eso! :S

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  2. Seguid así!! Espero el capitulo 25 con ansias :D

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  3. Jo el capítulo 25 tendría que estar hoy no?? :( Que ganas de leerlo!

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  4. Penny estaba de viaje y no ha podido subir!! Espero que pueda subirlo hoy, pero no se conecta al tuenti y no sé nada de ella...Ojalá y no esté muerta ¬¬. ¡Gracias por TODOS los comentarios y sentimos no haber podido publicar ayer!

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