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Capitulo 26

Vestido de Elizabeth



Elizabeth
Salí del baño y caminé con la cabeza alta hasta donde Aless estaba. Se veía tan atractivo en su esmoquin, pero entonces mi cabeza recodó que había otro chico por aquí que se veía malditamente atractivo también: Alan. No podía negar que los pantalones negros y la camisa le sentaban de muerte. Nunca le había visto usar otra cosa que no fueran sudaderas, camisetas y pantalones caídos.
Sonreí cuando Aless alargó su mano y  me acercó a él. Yo no debía olvidar con quien estaba aquí.
-¿Falta mucho para irnos a casa?-le susurré cerca del oído.
No me sentía cómoda, es más, nunca me han gustado este tipo de fiestas y a Nastia tampoco. Solo les acompañé porque ella y Aless prácticamente me suplicaron. Y hablando de Nastia...¿dónde se había metido?
-Solo un ratito más, amore.
No pude evitar que mi boca cayera abierta al mirar hacia la puerta principal. ¿¡Qué..!? ¿Qué hacía esa tía aquí? Como por arte de magia, Nastia apareció a mi lado. Estaba sonrojada y parecía nerviosa. ¿Había pasado algo? Cogió una copa de champán y se la llevó a la boca, dándole un trago. Cuando me miró yo le señalé con la cabeza a la persona que acababa de llegar. Sus ojos se ampliaron en respuesta y dejó la copa encima de la mesa que teníamos al lado.
Minutos después, tras hablar con unas cuantas personas, volví a ver a Alan. Curiosamente estaba tan solo a unos pasos de mí, justo en frente. Estaba tan absorta en mirarle que ni siquiera noté que alguien se había acercado a nosotras. Mónica llevaba un vestido ajustado y corto de lentejuelas. ¡Como si esto fuese una discoteca! Sin duda la chica no tenía complejos porque iba enseñando casi todo su cuerpo.
-Está bien llegar un poco tarde, es elegante. Pero no a las horas que tú llegas.-le soltó Nastia cuando la chica se nos quedó mirando.
-Algunos tenemos cosas que hacer...ya sabes.-le contestó la rubia con una falsisima sonrisa en la cara.
-Apuesto a qué sé que estabas haciendo.
La chica no hizo caso a la insinuación de mi amiga y solo se dedicó a mirarme de arriba abajo entrecerrando sus ojos. Luego se pasó la mano por su larga melena rubia y sonrió con indiferencia.
-Por lo menos la otra muerta de hambre ahora tiene dinero, ¿pero tú que pintas aquí?
Mi boca cayó abierta al escuchar su palabras, pero no pude contestarle porque alguien se me adelantó. Alan, que estaba detrás de Mónica, se "tropezó" hacia delante, haciendo que su jarra de agua se volcara justo en la espalda de Mónica, empapando todo su vestido.
-¡¿Tú?! ¡Maldito camarero!-a pesar de qué ella miró a Alan y sin duda lo reconoció, la fría mirada en su rostro no se desvaneció. El chico sonrió con orgullo.
-Ah, ¿ahora solo soy el camarero? ¿Cuándo follabas conmigo pensabas lo mismo?
La cara de Mónica se puso roja, no sé si fue por vergüenza ya que sus padres estaban a tan solo unos pasos de ella o de pura rabia hacia Alan. Dio  un gritó de frustración y caminó lejos de allí. Vi como el encargado de los camareros le hacia un gesto a Alan con la cabeza y el desapareció hacia la parte trasera de la habitación. La gente volvió a sus asuntos, pero yo ni siquiera escuchaba las palabras que Nastia utilizaba para referirse a Mónica, que empezaban en "muñequita superficial" y acababan en zorra. Giraba mi cabeza hacia los lados y buscaba entre la gente para dar con Alan. Cinco minutos después el se dirigió a la puerta principal y salió de la sala. Me disculpé con Nasti y seguí al chico. Una vez fuera, el aire de la noche golpeó con mis hombros desnudos, enviando escalofríos por todo mi cuerpo. Decidí dejar de lado esa sensación y me concentré en el chico que tenía delante y que acababa de pararse en medio del aparcamiento para mirar al cielo. Me froté los brazos y llegué a su lado, imitándole. Las estrellas brillaban con intensidad esa noche ya que el cielo entero estaba despejado.
-Em...gracias. Ya sabes, por lo que hiciste allí dentro.
Alan se encogió de hombros. Le miré de reojo. Tenía las manos metidas en los pantalones y a pesar de lo elegante que iba vestido, seguía teniendo esa faceta de "niño duro". Más de una vez me preguntaba qué demonios había visto él en Mónica. Unas buenas tetas y un buen culo, me hizo razonar mi voz interior.
-Aún no entiendo como pude estar saliendo con ella...-sus palabras salieron como un leve susurro y me di la vuelta para mirarle.-Fui un imbécil.
Mordí mi labio interior para no reírme. Él acababa de admitir que era un imbécil, guau, ¿estaba yo en una especie de mundo paralelo o algo así?
Alan se da la vuelta y me mira entrecerrando los ojos.
-Estás intentando no reírte.
Y esa fue la gota que llenó el vaso. Solté una carcajada tremenda y Alan cruzó sus brazos sobre su pecho, esa sola imagen hizo que mi risa aumentara.
-Te vas a llevar una ostia, luego no digas que no te he avisado.
Con muchos esfuerzos paré de reírme y respiré hondo. Me miró de arriba abajo y las comisuras de su boca se levantaron en una magnifica-y pervertida- sonrisa.
-Esta noche te ves...mmm...medianamente bien.
Mis ojos se abrieron como platos y suspiré.
-Tú si que sabes hacer un cumplido.-Le di un golpecito en el brazo y el me sonrió.
-Si quieres un chico cursi, ya tienes a tu Romeo.-me dijo mientras señalaba con la cabeza la fiesta detrás de nosotros. Puse un dedo encima de mi barbilla y asentí.
-Tienes razón. Él es guapo, listo y tiene ese acento italiano...-hice una pausa mientras emitía un dramático suspiro y negaba con la cabeza.-¿Cómo no amarle?
-Bueno entonces...-me dijo Alan mientras se ponía frente a mí con sus manos metidas en los bolsillos.-¿Qué haces aquí conmigo y no con Mr Perfect Boy?
Ladeé mi cabeza, intentando buscar una respuesta a su pregunta. Yo le había seguido hasta aquí para darle las gracias por defenderme delante de su ex, pero ahora que lo pensaba, me quedé hablando con él porque realmente disfrutaba de su compañía.
-No te esfuerces, pequeña niña tonta.-me dijo acercándose aún más a mí-¿Sabes? Recuerdo que un día tú afirmaste que el hermanito de Nastia besaba mejor que yo...-levantó una ceja y depositó sus manos en mis caderas, atrayéndome hacia su cuerpo.-¿Qué tal si te demuestro lo equivocada que estás?
Quise decir algo, el problema es que las palabras no salían de mi boca. Alan llevó una de sus manos a mi barbilla y en un toque lento y suave, acercó mi cara a la suya. Sus labios se movían encima de los míos, rozándolos con suavidad y en un impulso de mi cuerpo comencé besarlo también. Sus labios eran simplemente perfectos y él sabía como moverlos. Este beso no tenía nada que ver con el estúpido pico que me dio el día que él estaba borracho. Este era todo lo opuesto: sensual, mágico, tierno y dulce. Sí, muy dulce.
Alan llevó sus manos a mis caderas y me pegó más a él y por instinto llevé mis manos a su nuca, enredándolas en su espeso y suave pelo. Su boca exigió más y yo abrí mis labios, dejando paso a su lengua. Si alguna vez me habrían dicho que el chico que siempre conseguía sacarme de quicio besaba tan bien, nunca les habría creído. Su lengua jugaba con la mía de manera muy lenta, pausada y totalmente calculada. Hacía que todo durara una eternidad mientras yo me perdía más y más con aquel beso.
Separó sus labios de los míos justo el tiempo suficiente como para acariciar mi mejilla con su mano y sonreírme de forma que nunca antes había hecho.
-Ahora mismo...¿sigues pensando en Nate o en el italianito?
Abrí mi boca para contestarle, pero esta vez el fue ágil y junto la suya a la mía, dándome otro nada parecido al anterior. Ahora él había cogido confianza y era duro y apasionado. Sus manos subieron por mis costados y las mías bajaron por su pecho. Escuché como alguien se aclaraba la garganta y me separé de Alan a tiempo para ver a Nate y a Sue a pocos metros de nosotros.
-¿Voy a llevar a Sue a casa?-pero en realidad sonaba como ¿Qué demonios pasa aquí?.
Asentí con la cabeza y Nate me dio una mirada de hablamos-más-tarde. Cuando él y su cita estuvieron fuera de vista dejé mis hombros caer en un suspiro. Sentía arder mis labios y juraba que todo mi cuerpo estaba a más temperatura de lo recomendado. Me obligué a mirar a Alan. Se veía normal...como siempre, como si nada hubiese pasado.
-Tal vez debas entrar.-me dijo.
Asentí con la cabeza y me alejé de él. Antes de entrar, eché un vistazo hacia atrás y le vi caminando lejos de aquí.

Alan
Abro la ventana de la habitación y me siento en la silla. Luego saco un cigarro del paquete de tabaco y me lo llevo a los labios. No quiero que mis padres me pillen fumando, porque seguramente les daría un infarto o algo así. Realmente se molestan mucho con estas cosas. Dejo salir el humo mientras miro por la ventana hacia la oscura noche. Las escasas farolas iluminan las aceras solitarias y los faros de algún que otro coche se ven borrosos mientras recorren las calles. Me he quitado la ropa que llevaba, cambiándola por unos pantalones cortos negros que utilizo para dormir. Nada de camiseta, odio dormir con una camiseta puesta.
Esta noche me di cuenta de toda la razón que tenía Luc cuando llamaba puta a mi ex. No es que yo haya pensado que era una Santa Teresa, pero nunca pensé a dónde podía llegar su amor por si misma y su frialdad.
Por otra parte, todo el asunto con Eli...Vuelvo a darle una calada al cigarro mientras me recuesto en la silla. Ese beso fue...no sé como demonios explicarlo. De repente sentía que debía, ¿demostrarle algo? Tal vez hacer que ella pensara que a pesar de todo yo también valía la pena, yo también estaba allí. Pero, ¿por qué? ¿Me había encaprichado con ella? Nah. Aún así la escena de hace rato no deja de reaparecer y reaparecer en mi mente. Sus cálidos labios encima de los míos, sus manos en mi nuca y maldición, su dulce y húmeda lengua en mi boca. Esto era mucho más de lo que Mónica me hacía sentir con sus falsos besos llenos de deseo sexual. Eli me hacía sentir mucho más...y eso era algo que me empezaba a dar miedo.

Elizabeth
Lentamente deslizo el vestido por mis caderas y me lo quito. Cojo el pijama que dejé encima de la cama y me lo pongo. Después de dejar el vestido sobre el respaldo de la silla de mi habitación me dirijo al tocador y me siento en la pequeña silla que hay delante. Empiezo a quitarme las horquillas que sujetan mi pelo mientras pienso en lo que ha pasado esta noche.
No puedo negar que siento una atracción hacia Alan-y maldición el besa de miedo- pero esa no es la cuestión. Él y yo nunca vamos a poder estar juntos, sé que a lo mejor pensáis que estoy siendo dramática o idiota, pero es verdad. Quiero un novio que se preocupe por mí y qué me ame. Y Alan definitivamente no es ese novio. Solamente hace falta ver con quién ha estado saliendo, y apuesto mis manos a qué solo estuvo con ella por sexo. Yo no quiero eso. No es qué esté esperando a un príncipe azul, pero definitivamente algo mejor que un tío que fuma marihuana y al que se le van los ojos con la primera tía que menea su trasero delante de él.
Tras dejar caer mi pelo sobre mis hombros de nuevo, voy al baño y me lavo la cara y los dientes. Luego, vuelvo a mi habitación y me meto en la cama. No quiero volver a ver a Alan mañana. Las cosas seguramente estarán muy incómodas entre los dos y tampoco quiero que haga algún chiste o broma sobre lo que pasó hace una hora. Por lo menos este es el único recuerdo lindo que tengo de él, no quiero que lo estropeé. Así que solo hay una cosa que pueda hacer...



2 comentarios:

  1. Dios, me encanta! Comencé a leerlo el lunes y hoy terminé el capítulo 25 con ganas de más y por suerte me dio por mirar y ya habíais subido el siguiente. Es genial enserio, quiero más jiji
    Saludos LovesCorned xx
    http://lovescorned.blogspot.com.es/

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  2. Ooh ^^ Muy bonito, por fin!!
    Estoy deseando leer el siguiente jeje :D

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