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·EPÍLOGO·Elizabeth y Alan

Dos años más tarde
Elizabeth
El sol brillaba con fuerza a pesar de qué todavía no había llegado el verano. El césped tenía un brillo especial y todo parecía estar perfecto alrededor. ¿O era simplemente mi estado de felicidad absoluta lo que hacía que lo viese de esa forma?
-Si no te das prisa, juro que te pegaré o algo.
Rodé los ojos y le di un codazo a Nastia.
-Deja de ser tan pesada y ayúdame, anda.
Inflar globos nunca ha sido lo mío, o al menos realmente no es algo en lo que me gustaría especializarme. No sé por qué Amanda insistía en que teníamos que inflarnos nosotras. Ella solamente se pavoneaba de aquí para allá con su carpeta y un boli, revisando que todos estuviesen haciendo lo correcto y que todo quedara según ella había planeado. No podía culparla. Era su boda. Yo también estaría super nerviosa y estresada si estuviera preparando el día más importante de mi vida, pero afortunadamente no tengo planes de celebrar una de esas ceremonias.
Sam y Amanda habían estado de acuerdo en celebrar la boda en una de las casas de "campo" de Nastia. Es un enorme edificio blanco de dos plantas, pero lo más impresionante es el jardín. Más de quinientos metros de césped verde, con pinos rodeandolo y con una piscina de veinte metros de largo al final. Una auténtica pasada. Nastia, Sue y yo la hemos ayudado en casi todo lo que tiene que ver con elegir cosas, como por ejemplo con las sillas, manteles, qué tipo de vestidos utilizarían las damas de honor...¡hasta el pastel! Pobre chica, de verdad qué no podía hacerlo todo ella sola. Pero ha valido la pena...el lugar parece sacado de una película digna de un Oscar.
-¡Eh, vosotras!-Nastia y yo nos dimos la vuelta para mirar a Amanda-¡Dejad ya eso! ¿No creéis que se nos hace tarde?-preguntó moviendo la cabeza como si fuera obvio-¡Vamos a cambiarnos!
Dos horas y media más tarde se podía decir que estábamos listas. Definitivamente el vestido de Amanda pasaría a la historia. Ella había elegido uno largo y ajustado, con escote en forma de corazón y si tirantes. Un corset muy apretado cubría la parte de arriba, cerrándose en la espalda con finos cordones. A partir de la cintura lindos volantes hacían su recorrido hasta los pies, pero no de forma pegada a sus piernas, sino en círculo. Se veía como las típicas princesitas de los cuetos de hadas.
Vestido damas de honor.
Tenía el pelo recogido en un moño muy elegante, dejando dos mechones sueltos. Los guantes le cubrían las manos hasta los codos y el collar de plata y diamantes (regalado por Nastia) acababa en el canalillo que formaba sus pechos.
Por otro lado, los vestidos de las damas de honor, estas siendo Nastia, Sue y yo eran morados. La suave tela llegaba hasta el suelo, acariciando nuestras piernas. Tenía un escote palabra de honor que alzaba nuestros pechos y las tres lo combinamos con lindas cadenas de plata.
Los invitados habían ido llegando y los padres de Amanda se encargaron de recibirlos. El móvil de la novia sonó y rápidamente descolgó.
-Cariño, ¿dónde estás?...¡¿QUÉ?!...¡No, NO!...Por favor, por favor, daros prisa....Sí, amor....Claro, lo comprendo...Tengo que decirle a mi madre que entretenga a los invitados....Yo también te amo.
-¿Qué pasó?-preguntamos Nastia y yo a la vez.
Amanda se dejó caer encima de la cama y suspiró, sosteniéndose la cara con las manos.
-El avión de Alan se ha retrasado.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo entero.
-¿Por qué?-pregunté con cautela.
-Ha nevado mucho en Moscú y han tenido unos cuantos problemas con un par de vuelos. Dicen que estará aquí en una hora.
Me dejé caer en la cama a su lado.
-Otra hora...
Ambas estábamos tristes. Ella porque tenía que esperar más tiempo para casarse y yo para ver a Alan. No le había visto desde hace un año. Había sido duro vivir separados, pero esa fue la decisión que él tomó y yo la respeté. Nos sorprendió a todos cuando, después de acabar el primer año en la Universidad, nos dijo que no pensaba seguir estudiando, que quería irse a hacer la mili. Pero todos sabemos que Alan toma decisiones a lo loco y lo apoyamos en su locura. Y...¿a dónde se había ido mi novio? Ah sí, ¡a Rusia! No me preguntéis por qué. Dijo algo acerca de que le gustaban sus armas...¡lo más normal del mundo! El caso...ahora tenía que esperar una hora más para verle.
La puerta de la habitación se abrió y la mamá de Amanda entró cerrándola detrás de ellas.
-¿Sabéis algo de los chicos?
-El avión de Alan se ha retrasado.-le contestó su hija. La mujer se llevó la mano a la frente.
-¡Oh Dios mío! ¿Qué hago ahora? Los invitados ya han llegado...
-Pues entretendlos mamá. Entre tú y la señora Benidetti seguro que encontrais algo.
La señora sintió y salió del cuarto. Nastia se sentó entre nosotras dos y pasó sus brazos por nustros hombros.
-¿Sabéis que tal vez estamos echando a perder nuestros vestidos?-todas reímos. Solo Nastia era capaz de decir algo así en medio de semejante momento.

Una hora y media más tarde, Sam llamó avisando que se encontraba a dos kilómetros de la casa. Volvimos a darle un retoque al maquillaje y empezamos a dar vueltas alrededor de la habitación, esperando. Todas estábamos nerviosas por algún motivo (bueno, no sé por qué estaba nerviosa Nastia, pero lo estaba).
-Nena, nosotras tenemos que salir, dentro de nada estará tu padre aquí para bajarte al altar.-dijo Nastia mientras se acercaba a ella y la abrazaba.-No te pongas tan nerviosa, este es el día más importante de tu vida. Ambas sonrieron y después de qué Nastia se distanciara fue mi turno para abrazar a la futura esposa.
-Créeme, Sam es el adecuado para ti, os amáis y todos saldrá bien. Ya verás.
A regañadientes la dejamos ahí solita y bajamos los enormes escalones blancos de mármol. Juro que se tendrían que haber fijado en alguna película para construir esta pedazo de casa. Nadie en este mundo tenía lo que los papás de Nastia tenían. ¡Ni que su padre fuera presidente o algo!
Cuando salimos al jardín lo primero que hice fue buscar a mi novio. Sam estaba ya en altar, vestido con un esmoquin gris y una camiseta blanca. Se veía raro. Estaba tan acostumbrada de verlo con sudaderas y jeans rasgados que me tomó por sorpresa. Pero no podía confundir su pelo rubio y sus ojazos verdes. Estaba tan feliz de qué por fin se haya decidido a dar el gran paso con Amanda. Cuando me contó como le había propuesto matrimonio pensé que se estaba quedando conmigo. ¿Qué chica se negaría a casarse con un tío qué le escribió la pregunta con pétalos de rosa en el suelo de su habitación? Definitivamente Sam seguía siendo tan romántico como siempre.
Dejé de pensar en él y en Amanda y seguí buscando entre la gente. Luc estaba al lado del novio, vestido con un esmoquin negro y con una reluciente sonrisa en la cara. Sip, Nastia debería estar derretida ya de verle así. Y al lado de él...mi respiración se paró. No, mejor dicho, todo a mi alrededor se paró. Era el efecto que él siempre causaba en mí. Me costó respirar y me remojé los labios porque se habían secado. Definitivamente el año que había estado lejos de su casa le había cambiado. Alan vestía unos pantalones negros de traje, pero no se había puesto la parte de arriba, sino que se había quedado en su camisa azul cielo. Miré la forma que tomaba la camisa. Alan siempre tuvo un torso bien definido, pero ahora parecía como si eso se hubiese intensificado muchísimo más. Desde esta misma distancia podía darme cuenta de qué sus brazos eran más grandes y de qué su pecho parecía estar más abultado. Llevaba la camisa por dentro de los pantalones y ellos se ajustaban a sus caderas dándome una vista increíble de lo mucho que había trabajado su cuerpo. Lástima que no podía ver su parte trasera desde esta posición, pero lo vería más tarde. Cuando él se dio cuenta de qué le estaba mirando, sonrió. Tú dirías que era una sonrisa normal. Nah. Era una SONRISA. Con todas sus letras y dientes perfectos y blancos. Me derretí. Bien, ahora sabía como se sentía Nastia. Inspiré hondo y convencí a mis piernas que caminaran hasta llegar a su lado. Gracias a Dios él se movió y me alcanzó antes, cogiéndome de la cintura y levantándome en el aire, dándome una vuelta y poniéndome en el suelo para darme el mejor beso de mi vida. Cuando se separó de mi boca y sonrió me di cuenta de qué la gente aplaudía y miré a mi alrededor. Estábamos en medio del lugar por donde se suponía que debería pasar la novia. Mierda, esta vez si que lo hicimos. Bajé mi cabeza avergonzada y Alan rió. Miré más allá de él y me di cuenta de qué Amanda estaba casi preparada para comenzar a caminar hacia el altar, sin embargo se había parado y sonreía de oreja a oreja mientras aplaudía junto al público y gritaba.
-Deberíamos dejar el paso libre a la novia...-le susurré sonrojada.
-¿Crees que siguen queriendo casarse?-lo miré como si pensara que se había vuelto loco pero sus ojos me dijeron que estaba bromeando.
El "Sí quiero" de los novios fue precioso y el beso, al igual que la boda y todo lo demás, pasaría a la historia. Después de tirarles arroz y pétalos de flores la música comenzó a sonar y todos nos quedamos mirando como ellos dos bailaban un lindo vals. Se veían tan enamorados....
Apoyé mi cabeza en el hombro de Alan y él me rodeó con sus brazos.
-Te he echado de menos...-me susurró contra el pelo.-No te imaginas cuánto. Y por cierto...estás fabulosa. Sé que todas tenéis el mismo vestido, pero a ti es a quien mejor le queda.
-Mentiroso.-murmuré contra su pecho. Acababa de confirmar mi teoría: Alan tenía mucha más masa muscular que cuando se fue.-Yo también te eché de menos.
Cuando ellos dos acabaron el baile aplaudimos y volvimos a presenciar un lindo beso. Let me love you  comenzó a sonar y Alan tendió su mano hacia mí.
-¿Me harías el favor de bailar conmigo?
Contuve una carcajada y sonreí de oreja a oreja.
-Por supuesto.
Me pegó a su cuerpo y sus manos se situaron en mi cintura mientras que las mías iban a su nuca. La música sonaba y nosotras nos movíamos siguiendo el ritmo. Apoyé mi mejilla contra su pecho.
-No tienes ni idea de todas las cosas con las que sueño hacerte ahora mismo...-me reí y negué con la cabeza.
-Muy mal Alan, muy mal. Estamos en la boda de nuestros amigos, deja de pensar en eso.
Levantó mi barbilla, obligándome a mirarle a los ojos.
-Viendo lo felices que están me han entrado ganas de casarme también.-Abrí la boca y los ojos y me volví a reír.
-Tal vez algún día...
-¿Me harás esperar hasta la noche de bodas, verdad?
Mucha gente pensaría que estoy loca. Tengo veinte años y llevo dos saliendo con Alan. Y sí, ¡todavía no lo hemos hecho! Bueno, mejor quita un año del medio, no podíamos hacerlo si el estaba en Moscú. No es que dudara de qué él me amara, solo que no había estado preparada para entregarme a él de momento.
-Sí.-mentí para probarle. Quería ver su reacción. El solo suspiró y me dio un beso en la frente.
-De acuerdo.-lo miré entrecerrando los ojos. Ningún chico en su sano juicio aceptaría eso hoy en día sin rechistar.-Nos casamos en una semana.
Solté una sonora carcajada y negué con la cabeza.
-¿Siempre consigues lo que te propones, eh?
-Sabes que es broma.-Sus ojos se volvieron más intensos y su cara se puso seria.-No me importa si tengo que esperar años, no me importa si nunca llega a pasar, tenerte a mi lado es lo más importante. Despertar sabiendo que tú me amas a pesar de lo imbécil que soy y saber que esos deliciosos labios, esa linda sonrisa y ese cuerpecito que tanto me provoca son míos es lo mejor que podría pedir. No necesito más Elizabeth. Si estás conmigo, no necesito más.
¿Qué no podría estar todavía más derretida? ¿Quién lo dijo?
La fiesta continuó. Los mayores se iban yendo pero los más jóvenes siguieron bailando y disfrutando en el jardín. Ante la primera oportunidad que tuve, tiré de Alan hacia el interior de la casa. Ya había anochecido y nadie se daría cuenta de qué faltábamos. Él me siguió sonriente por las escaleras y lo llevé hasta la habitación más alejada. Abrí la puerta y lo empujé al interior. Había velas encendidas por todo el cuarto, las persianas estaban bajadas y todo lo demás estaba decorado de blanco.
-¿Seguro que esta no es la habitación de los novios?-preguntó Alan. Reí y negué con la cabeza mientras me acercaba a él.
-Como se nota que no conoces a Nastia. Ella quería hacerlo todo a lo grande. Sam y Amanda tendrán su noche de bodas en una cabaña en medio del lago.-le guiñé un ojo y empecé a mordisquearle en cuello-Esta habitación la preparé yo con ayuda de Nastia.
-Pero...pensé que dijiste...-puse mi dedo índice encima de sus labios, callándolo.
-Te estaba poniendo a prueba amor. Ya hemos esperado bastante, estoy  más que preparada.-el alzó la ceja.-¿Esta es la parte donde me dices que eres homosexual?-el rió y puso su manos en mis costillas.
-Incluso un homosexual se volvería hetero al verte.
-Es muy lindo de tu parte decir eso Alan, pero sabes que eso sería imposible.
-¿Quién sabe?-dijo encogiéndose de hombros y restándole importancia.
Sonreí y él me besó. Un leve contacto de sus labios con los míos fue lo bastante fuerte como para mandar un escalofrío por todo mi cuerpo. Comenzó a caminar hacia atrás, dirigiéndose hacia la cama y le seguí. Cuando llegamos allí, me dio la vuelta y me acabó tumbando suavemente sobre el colchón. Sus manos comenzaron su recorrido en mis mejillas y fueron bajando. Su toque era tan suave que producía una sensación de relajación y algo de cosquillas. Fue bajando por mi cuello, mi hombro, la curva de mis pechos, mis costillas, caderas y se quedó en mi muslo izquierdo. Su mirada parecía fuego que me quemaba lentamente y cada lugar que él había tocado lloraba para volver a ser tocado.
Le desabotoné la camisa y se la quité, tirándola al suelo. Sin duda el cambio era mucho más notable de lo que yo pensé. Sus músculos estaban mucho más "desarrollados". Pasé mis manos por sus fuertes brazos y me mordí el labio inferior. Alan rió y rozó su nariz con mi cuello.
-La mili hace milagros, ¿eh?
-Te amaba antes de qué tuvieras brazos tan grandes.
-Pero acepta que he mejorado.-levanté una ceja y suspiré.
-El ego de algunos chicos no tiene límite.
-Cariño, eso es porque sé de qué material estoy hecho.-fruncí el ceño y el sonrió abiertamente.-Ahora lo entenderás...-murmuró metiendo una mano bajo mi vestido de seda.

    Fin                  



3 comentarios:

  1. OH MY GOOD!!! Estoy muerta ya. Hay, que pena me dió cuando supe que alan se había hido. Pensé que algo malo iba a pasar. Pero esto es mucho, no, muchísimo mejor ME ENCATNA!!! Desde el primer momento que empecé a leer esta novela me enamoré perdidamente de ella y de todos los personajes. Impresionante. Me encanta esta novela, de verdad. Hasta mi mejor amiga cristina la lee porque se la recomendé! Y ahora este final es tan asquerosamente PERFECTO! que amo aún mas esta novela. Enserio, sois un equipo impresionante a la hora de hacer novelas. Espero pronto otra de vosotras. Besos
    Vuestra lectora

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  2. Os doy la enhorabuena, chicas. Esta historia es fantástica. Me ha encantado el capítulo :D Y seguiré pasándome por vuestras historias!! :D
    Besos!

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  3. me a encantado que pena que se alla acabado

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