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Capitulo 50


Elizabeth
Alan me pasó su brazo por los hombros mientras caminábamos hacia su trabajo. Hacia un calor horroroso, por eso mismo iba con unos shorts blancos muy finos y una camiseta sin tirantes del mismo color. Según Alan el conjunto me quedaba "de muerte".
-Ahora que he vuelto tenemos todo el verano por delante.¿Qué podemos hacer?-le dije levantando la cabeza para mirarle a los ojos. Alan sonrió y se acercó rozando nuestras narices de manera juguetona.
-¿Qué podemos hacer?-repitió.
-¡Eso es lo que te he preguntado yo, idiota!-frunció el ceño.
-¿Idiota?
-¡Si! ¡Idiota! ¿Por qué repites lo que digo yo?
Era difícil descifrar la cara de Alan. Algo de dolor en su ego, ganas de venganza y sí, diversión. El brazo que tenía alrededor de mis hombros cayó hacia abajo por mi espalda y en un abrir y cerrar los ojos me levantó al aire y me cargó sobre su espalda.
-¡Alan! ¡ Bájame! ¡Con esto solo consigues ser más idiota!
-¿Sabes? Creo que no me molesta cargarte hasta el trabajo.-dijo mientras se ponía en marcha.
-Alan, la gente está mirando...
-Bien. No te preocupes, solo verán un tío buenorro, ahí arriba casi ni se te ve.
Él caminaba sin prisa, recto y con paso despreocupado. Yo...¡estaba sobre su espalda! Me daba miedo patalear para no hacerle daño, pero eso no quitaba que yo le pegase puñetazos a su espalda, que por lo visto estaba más dura que una roca.
-Eli, no sigas.-me dijo dándome golpecitos en el muslo.-Estoy intentando pensar en tu pregunta.-fruncí el ceño.
-¿Qué pregunta?
-Bueno a mi me hubiese gustado que fuera una del tipo, ¿quieres escaparte conmigo a una isla desierta?-rodé los ojos- Pero en realidad me preguntaste acerca de qué podríamos hacer este verano.
-Ah, ¿y te llega la inspiración conmigo aquí arriba?
-Sip. Se ve que eres como una antena de wifi o algo así.
¿Me estaba comparando con un ruter de wifi?
-¡ Bájame! ¡ Bájame ya!
-Pollito ya estamos por llegar.-dijo en tono casado.
-¡¿Pollito?!-contuvo una carcajada pero me lo explico.
-Hoy vienes de blanco como los pollos.
-¿Qué? Alan siento decirte que los pollos son amarillos.
Alan se paró en seco y habló en tono serio.
-¿Quién es la inculta ahora eh? ¡Los pollos pueden ser blancos!
Respiré hondo. Esto me comenzaba a cabrear. ¿Pollos blancos? Pero lo más importante, ¿cómo coño llegamos aquí? Tenía que estar soñando o algo así.
-¿Me piensas bajar algún día?
Alan abrió una puerta. Ni siquiera sabía donde estábamos ya que yo colgaba sobre su espalda. Y además la cabeza me dolía y me daba vueltas porque se me estaba acumulando la sangre. Iba a matarlo por esto.
-Buenos días.
Me enderecé al escucharle hablar con alguien. ¡Oh no! Ese alguien debería tener una buena vista de mi trasero. ¡Lo odio! ¡Oficialmente odio a Alan!
-Muy buenos días Alan. Pero...espero que esa señorita que llevas ahí no esté muerta o algo de eso. Odio los cadáveres.
¡Genial! El tío odiaba los cadáveres. ¿¡Y a mí qué!?
-Tranqui, Rob. Solo es mi novia. Y creo que sigue viva, ¿verdad amor?
Por un momento pensé en hacerme la muerta para ver si al tal Rob le daba un ataque y si Alan mostraba un poco de preocupación, pero me di cuenta de que era infantil. En cambio le pegué un pellisco a Alan. También infantil.
-Seh, ella está viva.

Alan
Llevé a Eli al almacén, dónde teníamos un pequeño cuarto con un banco, tipo vestuario. Cerré la puerta y la dejé en el suelo. Inmediatamente comenzó a pegarme y a gritarme y yo no podía menos que reírme de su actitud. La cogí de los brazos y le di la vuelta, pegándola contra la puerta de madera.
-¿Ya estás calmada?
-¡NO! ¿Cómo pudiste hacerme eso? ¡ALAN! ¿Qué clase de retraso tienes?
-Mira el lado bueno...
-¡¿HAY UN LADO BUENO?!
-¡Síii! En unos años cuando te acuerdes de esto, te reirás.
Eli suspiró. Creo que estaba haciendo un gran trabajo conteniéndose para no matarme.
-Por favor-suplicó-¿podrías soltarme?
Esta vez fui yo el que suspiró y asintió. Dejé caer mis manos y di un paso atrás, dejándola libre. Pensé que volvería a pegarme o se daría media vuelta y se largaría. Pero no. Eli rápidamente envolvió mi cara en sus pequeñas manos y tiró de mí hacia su boca. Empezó a mover sus labios encima de los míos mientras yo todavía luchaba por asimilarlo. Me estaba besando. Cuando me desperté de mi aturdimiento, la empujé de nuevo contra la puerta y la levanté por las caderas. Ella enroscó las piernas alrededor de mi cintura y sus manos fueron a mi pelo. Nunca la había besado así. Se sentía terriblemente bien. Eli jadeaba y se pegaba más y más a mi cuerpo mientras yo movía mis labios por su cuello. Sus manos bajaron por mi espalda y echó la cabeza hacia atrás. Mis labios seguían haciendo su recorrido y me dirigí a su escote, pero entonces ella me apartó.
-Tienes que irte. Tu jefe te está esperando.
Asentí y la dejé en el suelo. Se veía mareada y estaba temblando. Joder, yo también estaba así. ¿Quién no lo estaría? Pero...
-Pensé que me pegarías o algo.-le dije. Alcé su barbilla con mi mano, obligándola a mirarme a los ojos.
-Y yo. Pero no sé.-se encogió de hombros.-Parece que es imposible enfadarme contigo eternamente.
Sonreí.
-Admite que estás profundamente enamorada de mí.-Eli rodó los ojos y me pegó en el brazo.
-Cállate.

Elizabeth
Nastia empezó a aplaudir, mientras sonreía de oreja a oreja y daba saltitos en la cama.
-Chica, Alan se ha ganado mis respetos.
Mis mejillas se pusieron rojas y me distraje jugando con una de mis pulseras.
-¿Tú escuchaste la parte en la que me cargó sobre sus hombros en medio de la calle?
-Por supuesto. Pero también escuché la parte del almacén.
No sabía lo que me había pasado. Yo no era así. No era de las que dejaban llevar con tanta rapidez. Pero era...Alan. Sí. Él.
                            -Admite que estás profundamente enamorada de mí.
La frase no se me había quitado de la cabeza en todo el día. No podemos negar que el niño tiene su ego.
-Y...¿tú y Luc? Dijiste que ibas a esperar, pero el otro día casi tuviste sexo con él.
Nastia saltó de la cama y señaló hacia la puerta.
-¿Lo escuchas? ¡Me llaman! ¡Tengo que irme! ¡Luego hablamos!-salió por la puerta casi corriendo.
-¿Qué? ¡Mentirosa! ¡Vuelve aquí!
Salté de la silla y corrí detrás de ella. Su casa era enorme. Si querías jugar al escondite, este era el lugar perfecto. Nastia seguía corriendo escaleras abajo. Era mucho más rápida que yo. Cruzó la esquina y se metió en alguna de las varias habitaciones que había en ese pasillo. Yo ni siquiera había acabado de bajar las escaleras. Salté los últimos dos peldaños como una niña pequeña y sonó el timbre.
Ya que la puerta estaba más cerca que el pasillo por el que Nastia había ido, me dirigí hacia ella. Pero me llevé una sorpresa al abrir la enorme puerta de madera.
-¡Luc! ¿Qué haces aquí?-dije sin aliento.
-Mmm hola. ¿Estás bien Eli? Te ves como...agotada.
Sonreí y asentí.
-Solo estaba corriendo a por Nastia para que me contara los detalles de...-me paré a tiempo.-cosas de chicas. ¿Quieres pasar?
Luc asintió y le abrí la puerta para que pudiese entrar en la gran mansión Bennidetti.
-Wow. ¿Esta es la casa de Nastia?
-Ajá. ¿Pero como llegaste aquí?-le pregunté mientras cerraba la puerta.
-Alan me dio la dirección, y a el se la dio su madre.
-Oh, ¿viniste a buscar a Nastia, verdad?
-Nop.-pero no era su voz, era la de Nate. Miré a mi derecha y le vi acercarse con una botella de cerveza en la mano.-Estoy seguro de que el caballero armado vino a buscarme a mí.
Luc entrecerró los ojos pero dijo seriamente.
-No.
-Qué sí.-Nate se acercó a su lado y le puso un brazo encima de los hombros. Luego me miró a mí.-Hemos quedado para tomar unas cañas y eso.
El pobre Luc tenía ganas de matarle y yo me estaba conteniendo para no reírme.
-¿Qué pasa aquí?-Todos nos dimos la vuelta para mirar a Nastia.-Eli, eres la chica más lenta del mundo. Sería capaz de morirme antes de que tú me encontraras.
-¿Estabais jugando al escondite?-preguntó Luc entre curioso y divertido.
-Estas niñas...-se quejó Nate.-¿Cuándo crecerán? ¡En fin! Nastia me llevo a tu príncipe. Más tarde te lo traigo.
Nate tiró de Luc hacia el salón y pronto estuvieron fuera de nuestra vista.
-Nastia...Si Luc sobrevive a la charla de Nate, es tu príncipe azul.
Ella entrecerró los ojos con odio.
-¡Cállate!

1 comentarios:

  1. Oh! La Charla de Nate! Jajaja Eso no me lo pierdo! Y la dulce Eli, sigues siendo tan tímida y precavida... ME ENCANTAA! Espero el siguiente ya

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