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Capitulo 6


Elizabeth
Me senté en el sofá. Estaba aburridísima. Ronald-por fin he logrado diferenciarlos- estaba haciendo sus deberes de matemáticas, mientras que Jake estaba jugando con uno de sus coches teledirigidos. Alan y Luc estaban sentados en el otro sofá, con sus móviles. Estaban obsesionados con esos aparatos. Eché mi cabeza hacia atrás y me froté las sienes.
-¡¡Tengo hambre!!-gritó Ronald furioso entrando en el salón. Mierda, mi paz se había acabado.
-Bueno, suerte que tenemos una buena cocinera, ¿verdad Elena?-suspiré cansada.
-Alan por enésima vez, me llamo Elizabeth. E-li-za-beth. ¿Necesitas una definición gráfica también?-el sonrió de oreja a oreja.
-Claro Einstein. Ahora tira a preparar la comida, y esta vez nada de jueguecitos, ¿lo pillas?
Asentí con la cabeza y me levanté del sofá. Cuando pasé por al lado de Ronald este me dedicó una mirada asesina que petrificó todo mi cuerpo. Era increíble como unos críos de ocho años lograban dar tanto miedo.
No sabía que preparar. Así que me decidí por unos huevos fritos con una ensalada de tomates. También preparé un postre. Unas natillas de vainilla riquísimas. Les eché canela por encima para que quedaran más sabrosas.
Llamé a los chicos-a los cuatro-y acudieron enseguida. Eso sí, fue muy divertido verlos a todos mirar el plato desde mil ángulos diferentes preguntándose si les iba a explotar algo en la cara en cualquier momento. Finalmente Alan se decidió por probar los huevos y sorprendentemente me dijo que me habían salido muy ricos. Le sonreí, pero lo estropeó cuando añadió.
-Claro que no se comparan con los míos.-seguido de un guiño de su ojo izquierdo.
Suspiré y dejé que acabaran de comer. Luego los dos mayores fueron al salón y me dijeron que no querían postre. Se lo serví a los gemelos y me di la vuelta para buscar la botella de agua. Jake se levantó de la silla cuando me di la vuelta.
-¡¿Le has puesto canela a esto?!-la botella se me calló al suelo y me tapé la boca con las manos.
-¡Dios mío! ¡Madre mía! No puede ser....Dios...me van a matar. No. Tú te morirás, a mi me meterán en un reformatorio...por asesinato-había empezado a dar vueltas alrededor de la habitación muy nerviosa mientras no paraba de gesticular-y luego...mi vida entera estará aruinada...me abrirán un expediente...y...y no podré ir a la universidad...¿pero qué digo? La señora Thompson, ¡me matará! Y oh Dios, esto...esto es malo. ¡Hay que llamar al 112! Y....
-¡¡Callate!!-gritó Jake-Uff...¡qué no he comido! ¿La canela se huele sabes?
Respiré aliviada y me apoyé contra los muebles de la cocina. En ese momento Alan entró por la puerta con el ceño fruncido.
-¿Qué pasa aquí?
-¡¡La niñera me ha intentado matar!!-gritó el pequeño Jake lo más alto que pudo. Luc estuvo enseguida en la  habitación también.
Alan se dirigió al plato y lo observo se volvió hacia mí con una mirada llena de odio y me miró con asco.
-¡Sabías que tenía alergia a la canela! Por Dios niña, ¿tú no piensas en lo que haces o qué?-le quise reprochar, pero cuando abrí la boca me cortó-No tengo ni puta idea de por qué te han contratado, por lo menos las demás eran cuidadosas, ¡tú ni eso! ¿Por qué no te vas y dejas de amargarnos la vida a todos?
Cuando vi las miradas de odio de cada uno de ellos, salí de la cocina y me dirigí al baño. ¡Yo solo intentaba dar lo mejor de mí para que las cosas funcionaran! Incuso cociné. Cerré la puerta y me apoyé en ella. Una lágrima brotó por mi mejilla. Era un llorica, o al menos eso me decía Nastia. La verdad es que lloraba por cualquier cosa. Pero esto me molestaba. Yo no tenía la culpa de que me hubiesen contratado. Sé que soy despistada, que no presto atención a las cosas y que no soy la persona más divertida del mundo. ¡Pero lo intento! Intento dar lo mejor de mí.
Me lavé la cara y me miré en el espejo.
-Vas a salir ahí fuera y les vas a enseñar que tú nunca te das por vencida.-me dije a mi misma. Sonaba mucho más segura de lo que en realidad estaba.
Salí del cuarto de baño después de revisar que no se notaba en lo más mínimo el hecho de que hubiera estado llorando. Cuando llegué a la cocina los platos estaban vacíos pero seguían encima de la mesa. Los recogí y los metí en el lavavajillas. Volví al salón y todos estaban a los suyo.
-Oye.-me dijo Alan mientras extendía un brazo y me hacía un gesto para acercarme. Lo hice.-¿Puedes traerme el libro de química? Están en mi habitación encima del escritorio.
Sonreí falsamente y subí las escaleras. Entré en la habitación de color azul, con muchísimos posters de diferentes bandas de rock y algún que otro cantante de rap. Me dirigí al escritorio y busqué el libro de química. Allí había un montón de libros, cuadernos, papeles, bolígrafos y apuntes. Estaba todo tan desordenado que me costaba encontrarlo. Cuando lo hice y me di la vuelta la puerta estaba cerrada. Qué raro...yo no la había cerrado. Me acerqué a ella y giré el pomo, pero estaba cerrada con llave. Di un golpe en la puerta con la palma de mi mano.
-¡Alan abre! ¡Esto no es gracioso!-oí unas risas desde el salón y me cabreé.-¡ Ábreme ya! ¡Alan! ¡Luc! ¿Ronald? ¿¡JAKE!?
-Estarás ahí por unas horas queridísima niñera.-me dijo Alan desde el otro lado de la puerta.- ¡Aprovéchalas!
Nadie me iba a sacar de allí. Suspiré y me di la vuelta. ¿ Aprovecharlas? Bien. Él no sabía hasta que punto. Me senté en la silla de su escritorio y me puse a revisar sus libros y cuadernos. Nastia tenía razón. No debíamos tenerles miedo a estos críos. Al fin y al cabo en lo de la venganza podemos ser tan buenas como ellos...y yo ya sabía cual iba a ser la mía.
Alan
-¡Paz y tranquilidad por unas horas!-grité alto.
-¡¡Viva!!-gritaron mis hermanos a la vez mientras saltaban en el sofá.
-¿En serio que la piensas tener ahí abandonada por horas?Pobre...-me dijo Luc.
-¿Te da pena?-le pregunté frunciendo el ceño. El no se tomó tiempo en contestar.
-Solo espero que no os culpen por intento de asesinato.-contestó riendo.
-No te preocupes por eso, pagaré a un buen abogado en caso de que se muera.
La idea de haber encerrado a la chiquilla en la habitación de arriba fue estupenda. No me arrepiento, en absoluto. Ojalá pudiera hacerlo todos los días, pero sé que no volverá a caer.
Me tumbo en el sofá y respiro hondo. Mucho mejor, sin duda.
Elizabeth
¡Bingo! Alan tenía que hacer un trabajo de biología para mañana. Le había ocupado cerca de diez folios, y diciendo la verdad estaba muy bien. Si hubiera sido su profesora le habría puesto como mínimo un 9...en serio. Me dio pena lo que hice y sabía que me iba a matar, pero el me encerró en un cuarto, ¡se lo merecía!
Me quedé con la portada y el resto de los folios los rompí. Cogí otros en blanco y empecé a escribir con letra clara:
Biología. ¿Qué puedo decir acerca de esta asignatura? Me parece aburrida y monótona. Además, la profesora tampoco se esfuerza ni pone de su parte para que eso cambie. No me importa lo más mínimo el tema de las bacterias, prefiero concentrarme en amargarle la vida a Elizabeth, mi nueva niñera. Es una chica tan dulce y tierna...realmente no sé por que no la dejo en paz de una vez por todas. O mejor dicho, sí que sé. Soy un subnormal perdido al que se la pela si sus padres se gastan o no un  pastón en pagar a una persona para que cuide de mí...porque si fuera un poco más responsable, esto no ocurriría....
Seguí escribiendo dos folios más, poniendo verde a Alan. Lo odiaba y esta era la manera perfecta de vengarme con él. Solo espero tener parte de un entierro memorable.
Alan
Abrí la puerta de mi cuarto ya allí estaba mi niñera, tumbada en mi cama, con las manos cruzadas cobre su vientre, mirando al techo.
-Mis padres estarán en casa en cinco minutos.
Ella se levantó y me miró con ira. Le dediqué una amplia sonrisa y me hice hacia un lado, dejándola salir del cuarto. Bajó las escaleras y se sentó en el sofá mientras Luc luchaba por aguantar la risa.
-Has ganado una batalla, pero la guerra sigue en pie.-me advirtió.
-¿Podrás tú sola con los cuatro?-pregunté alzando una ceja. Se encogió de hombros.
-Tengo a Nastia de mi lado. Con ella me conformo.
-Bueno sí. La niña pija. Oh, ¡qué miedo os tenemos!-agregó Luc fingiendo que temblaba.
La puerta de la casa se abrió y mis padres entraron al salón sonrientes.
-Buenas noches, ¿cómo estáis?
-Genial.-contesté.-Hoy estuvimos jugando al escondite, y nuestra niñera se escondió tan bien que ninguno de nosotros fue capaz de encontrarla por horas.
Elizabeth me envió una mirada asesina mientras yo sonreía divertido.


2 comentarios:

  1. Me encanta, pero jo, pobrecita, es normal que acabara llorando. Me ha encantado. Alan es un idiota

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