Capitulo 21

Nastia
-¿Cuanto más pueden tardar?-pregunté desesperada. Llevábamos esperando una hora en el aéreopuerto y todavía no se abrían las puerta de embarque, donde estábamos esperando a que Aless saliese.
Hacía un montón que no venía mi primo no venía a España, y Alessandro Benidetti, más que un primo, era un amigo. Era primo nuestro por parte de padre, ya que su padre y el mío, eran hermanos, ambos italianos, de ahí el apellido. Yo conozco a Eli desde que éramos unas crías que no sabíamos ni andar, así que los veranos que Aless venía de visita, Nate, Eli, Aless y yo, nos tirábamos horas y horas jugando por las calles y en el campo. Así que, que ella viniese a acompañarme a recogerle, no era nada raro. A de mas, recuerdo que ellos de niños estaban locamente enamorados.
Las puertas de embarque se abrieron y empezó a salir gente con maletas en la mano, otros con carros, pero todos eran recibidos. Odiaba esos momentos. Salen todas las personas que han montado en ese vuelo y nunca llegan las personas que tu has venido a recoger. Esos horribles momentos que se te hacen eternos mientras das vueltas tras la barra de metal.
Cuando ya temía que iba a tener que esperar allí toda la vida, vi a Aless llegando a la puerta de embarque. Iba con un chandal azul, el uniforme de su equipo de natación fuera del agua, con una franja blanca en los laterales del pantalón y en el muslo estaba la bandera de Italia, al igual que en el pecho de la sudadera. Eli le miraba boquiabierta y parecía que le tendría que recoger las babas...pero lo mismo me pasó a mi cuando vi a quince chicos más con el mismo uniforme.
-Parece que es verdad eso que dicen de los italianos-murmuré
-¿El qué?-pregunto Eli sin apartar la mirada de esos dioses con cuerpo de nadadores.
-Que los italianos son los hombres más guapos del mundo...
Y es que todos estos chicos eran guapos, había alguna excepción, pero de cuerpo se notaba que todos eran perfectos. Y no me extraño, siendo participantes de la Federación Internacional de natación, unos cuerpos así, era lo que se les requería.
Aless miraba a todos lados mientras que sus compañeros de equipo hacían el tonto hasta que nos vio. Me miro con los mismos ojos que tenía mi padre, mi hermano y yo misma...con los mismos ojos azules que tanto caracterizaban a nuestra familia. Una pequeña herencia que ha ido pasando por los Benidetti. Pelo oscuro y ojos azules.
Aless sonrió para mi y salte la barra para darle un abrazo.
-Mi sei mancato, mio cugino preferido-saludé en italiano. "Te he echado de menos, mi primo preferido"
-Anche tu mi sei mancata-"Yo tambien te he echado de menos"-¿Que tal estás?
-Ahora que estas aquí, genial-sonreí- ¿Te acuerdas de Eli?
-Para no acordarme-dijo con su fuerte acento italiano. Eli le tendió la mano y Aless, como si del siglo XIII se tratase, le besó el dorso de la mano. Los colores subieron a las mejillas de mi amiga y yo emití una risa suave.
-Hacía mucho que no te veía, estas...-Eli se paró a mitad de la frase y yo levante una ceja mientras Aless sonreía-...genial.
-Creo que este va a ser el mejor viaje que he echo, espero tener tiempo libre-comentó Aless. Después le guiño un ojo a Eli y esta se sonrojó.
Me tape los ojos con la mano mientras reía y no me di cuenta de que algunos de los compañeros de equipo de Aless venían hacía nosotros hasta que los tuvimos al lado.
-Non vai a presentarci?-preguntó un chico. Era castaño y los ojos del mismo color y nos miraba con una media sonrisa.
-Eso, Aless, presentanos-dijo el otro con el mismo acento que mi primo
-Claro-contestó Aless-estas son Eli, una muy buena amica y esta es Nastia, mia cugina. Chicas, estos son Piettro-señaló al castaño- Y Gianluca
-Non parlo la vostra lingua molto bene-nos dijo Piettro- ma...Te quiero...y soy sexy-nos guiño un ojo a Eli y a mi y todos soltamos una carcajada ante este ultimo comentario
-Solo sabe decir eso en español-rió Gianluca- Lo ha practicado durante el viaje-volvimos a reír mientras el chico refunfuñaba diciéndonos que hablásemos en italiano- Sois molto bellas ¿Tenéis hermanos?
-¿Hermanos?-fruncí el ceño riendo
-Es gay-aclaró Aless con una sonrisa- irremediablemente gay
-¿Que significa "iremediablemente"?-preguntó Gianluca
-Perdutamente-traduje yo
-¡Ah! Entonces es cierto-volió a reír
-Yo no tengo hermanos- Eli se encogió de hombros con una sonrisa
-Yo si, pero es perdutamente hetérosexual-contesté riendo. El chico también lo hizo mientras decía "una lastima"- Hablando de hermanos. Nate nos está esperando en el coche ¿Al final tu entrenador te deja quedarte en casa en vez de en el hotel con todos los de más?
-Si, no le ha hecho mucha gracia, pero todo sea por la familia ¿no?
-Pero que cugino más mono que tengo-sonreí-Vamos ha hacer una comida familiar ¿Te vienes Eli?
-Eh...si, claro
Aless se despidió de sus compañeros del equipo y nos fuimos al aparcamientos donde Nate estaba con el móvil enviando mensajes con una sonrisa boba en los labios. ¿Que le pasaba? No le veía tan pegado a su teléfono desde que...desde nunca.
Cuando nos vio se acercó a nosotros y saludo a mi primo como se saludan los hombres. Palmaditas en la espalda, frases incoherentes y bla, bla bla...hombres...
Metimos las maletas en el coche y conducimos a casa. Aless nos contó que tal le iba en Italia y sobre su competición aquí. Todos irradiábamos felicidad cuando llegamos a mi casa y mis padres nos esperaban en la puerta.
-Ciao, zio Nicolo, bello vederti-saludó a mi padre dándole la mano
-¿Que ha dicho?-me preguntó Eli.
-"Hola, tío Nicolo, que alegría verte"-tradujo mi hermano adelantándose a mi respuesta
Después saludo a mi madre, esta vez en español, dado que mi madre era de España y no se molestó en aprender la lengua materna de mi padre, ya que los idiomas no se le daban muy bien.
Entramos en casa y mi madre le había dado el día libre a todos los empleados. Tampoco había mucha gente trabajando en mi casa. Solo estaban los que venían a limpiar la casa dos veces por semana, el jardinero y un cocinero que estaba cuando a mi madre no le daba tiempo, ese día a cocinar nada. Nos gustaba la privacidad.
Preparamos la mesa entre todos los jóvenes y mi madre dando los últimos toques a la comida mientras que mi padre intentaba ayudarla, pero solo estorbaba ya que en la cocina era un desastre.
Terminamos de poner la mesa a la vez que mi madre traía la comida. Nos servimos y comimos tranquilamente mientras charlábamos y reíamos. Eli no se sentía incomoda con mi familia ya que casi formaba parte de ella, como yo de la suya. Nos habíamos envuelto en un ambiente acogedor.
-¿Y que tal de novias, Alessandro?-preguntó mi madre
-No hay nadie en mi vida ahora, pero pronto podría haberlo-contestó mirando a Eli fijamente. Ella se sonrojó y miró a su plato ¡Uh-uh! Aquí iba a haber algo...

Luc
Entramos Alan y yo en un bar con malas pintas. Había humo, estaba oscuro, la suela del zapato se te pegaba al suelo de lo pegajoso que estaba y olía a humanidad, sobre todo a humanidad.
En una mesa había unos tipos jugando al póker. Sonreí. Ultimamente me había aficionado a ese juego, sobre todo si Nastia jugaba y se tenía que quitar la camiseta. Parecía que Alan estaba pensando algo parecido, porque cuando vi nuestros rostros reflejados en la ventana de cristal que daba a la calle, ambos teníamos la misma sonrisa de idiotas.
-¿Jugamos?-me preguntó Alan mirando hacía la mesa de póker
-¡Claro!-contesté con ganas-¿Cuanto tienes?
-Setenta pavos
-Yo, noventa
Nos levantamos de nuestra mesa cogiendo las sillas y las arrastramos hasta donde estaban jugando al póker. Sacamos nuestro dinero y lo pusimos sobre la mesa.
-¿Estáis seguros de que queréis jugar?-nos preguntó un tipo con los brazos llenos de tatuajes, con el aliento apestando a alcohol y un acento ruso que nos helo los huesos. Sonó como:

-¿Esstáis segurros de que querréis juggarr?

¿Donde nos habíamos metido?

-Por supuesto-contesté aparentando estar seguro de mi mismo

-Esstá bien

Cambió nuestro dinero por fichas y empezamos a jugar. En un principio todo iba bien, pero a mitad de juego todo se torció. El tipo le dijo algo en ruso a sus amigos que nos dejó con los pelos de punta. Empezamos a perder dinero, y perder, y perder...perdimos más del dinero que teníamos. Mucho más del que teníamos. Cuando tocaron las doce, como cenicienta, ya debíamos bastante pasta.

-Bueno niños, crreo que no deberríais haberr juggado con los adultos-los hombres reían. Se reían de nosotros en nuestras propias caras.

-No tenemos el dinero-dijo Alan rápidamente aparentando estar tranquilo

-¿Como?

-Que no tenemos dinero para pagáros-respaldé. El tipo soltó una carcajada y después se inclinó hacía nosotros

-Con que no tenéis dinerro ...me caéis bien, así que no os voy a romperr las pierrnas-susurró para que solo lo escuchásemos nosotros. Alan se puso pálido y yo deduje que estaba igual- Aún no...¿Crreéis que podéis buscarros 700 pavos en trres días?

-Solo debemos 550-contesté yo. La mesa entera soltó una carcajada.

-Digamos que son los interreses-rió el ruso- Os doy trres días para traerrnoslo, si no lo hacéis, podéis irr rezando. Me da igual como lo consigáis, como si vendéis a vuestrra madrre, pero me lo váis a devolverr si no querréis arrepentiros. Y yo crreo que sois unos chavales listos y lo harréis bien...Ahora ¡Largo!-ladró

Alan y yo nos levantamos de la silla y salimos del bar lo más rápido que pudimos. La noche se cernía sobre nosotros y la farola más cercana era a 17 metros y esta zona estaba oscura.

-¡¿Quien coño eran?!-Alan exclamo histérico-¡¿La puta mafia rusa o que cojones?!

-Joder...-me pasé la mano por el pelo nervioso- Menuda putada...Si es que somos gilipollas...pero pollas, pollas...