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Capitulo 5


Nastia
-Señorita Benidetti, es hora de despertarse-escuché que me decía una voz
-Cinco minutos más-me tape la cara con las sabanas e intenté seguir durmiendo
-Son las dos de la tarde, señorita, su madre me ha pedido que la despierte-retiré las sabanas de mi rostro y mire a Carla, una de nuestras criadas. Debía sacarme tan solo tres años, me caía muy bien.
-Es domingo-lloriqueé
-Pero ya es hora de comer-respóndio destapándome completamente para obligarme a levantarme
-La hora de comer son las tres-me quejé, pero igualmente me incorporé en la cama y me puse mis zapatillas de andar por casa-¿Es difícil estudiar derecho?-pregunté

Carla me miro sorprendida, como si fuese algo imposible que yo supiese que estaba en segundo año de carrera estudiando derecho. La mire esperando una respuesta y ella parpadeo.

-Eh...bueno, si, un poco...pero me las apaño-se puso ha hacer mi cama y yo puse los ojos en blanco. Como si yo no supiese hacer una puñetera cama.
-Yo quiero estudiar psicología ¿sabes?-le dije sonriendo- Psicología del comportamiento humano. Sin embargo, mi hermano quiere estudiar derecho, como tú.
-Eso es...interesante-respondió con voz incrédula. Probablemente era la primera conversación real que teníamos y ella estaba sorprendida. La mayoría de los criados jóvenes que trabajaban en mi casa, que lo hacían para pagarse la universidad, creían que mi hermano y yo hermanos unos críos mimados y sin cerebro- ¿No vais a continuar el negocio de vuestro padre?-preguntó Carla, pero se tapo la boca con las dos manos- Perdón por mi imprudencia-yo reí ante su cara de susto
-No, nosotros no queremos ser empresarios-volvi a reír ante su cara-bueno, me voy a duchar ¿le puedes decir a mi madre que se relaje? ya me haré algo yo de comer.
-Si señora-me respondió aún sorprendida.
-Nastia, llámame Nastia- le dije, ella asintió y salió por la puerta.

Me duche, y mientras lo hacía, decidí ir a visitar a mi padre al trabajo. Me puse un vestido azul de lentejuelas corto y ajustado, con unos zapatos de tacón del mismo color. Me recogí el pelo en un moño y me dirigí al salón. Allí estaba mi madre, sentada en el sofá leyendo. Me había dejado la comida en la mesa y después de comer me despedí de ella y me dirigí al casino. Entré por la puerta de empleados y llegué a la sala donde solía estar mi padre. Dos guardas estaban vigilando la puerta y uno de ellos, el que no conocía, me miro de arriba abajo con una sonrisilla lasciva.

-Es la hija del jefe, capullo-escuché que le decía el otro. Se puso blanco como la leche y me dejó pasar
-Hola, Jimmy, ¿como lo lo llevas?-le pregunte al guarda que conocía
-No me puedo quejar

Entre a la sala y vi a mi padre en el centro, dirigiendo a un montón de personas que miraban las cámaras de seguridad. Llevaba un traje negro con camisa blanca y corbata negra. El pelo, moreno, lo llevaba peinado con gomina y escrutaba a sus empleados con sus ojos azules hasta que posó su mirada en mi.

-Hola papá-le saludé dándole un beso en la mejilla
-Hola Nastia, ¿que haces aquí?-me devolvió el beso
-Mamá me ha dicho que te diga, que como vuelvas ha dejar la tapa del váter abierta, duermes en la habitación de invitados- le dije riendo. Mi padre se paso la mano por la cara sonriendo mientras vi a algunos empleados que habían escuchado la conversación intentaban contener la risa.
-¿Algo más?-me preguntó riendo
-Bueno, como sabes que eres mi padre favorito...
-Ah, ¿qué tienes más padres?-preguntó sarcástico, provocando que la gente de alrededor sonriera
-¿Puedo ir a jugar, por fi?-le pedí con voz de niña pequeña
-Tienes 17 años, Nastia, no puedes entrar en el casino
-¡Por favor! A de más, sabes que los 17 de ahora, son los 27 de antes. Y yo soy muy madura para mi edad.
-Nastia...-dijo y predije una charla
-¡Por favor, papá! Y te prometo que apruebo todas
-Ya apruebas todas, Nastia
-Bueno, pues sigo con mi racha.
-Esta bien, pero ten cuidado. ¡Y no te gastes todo mi dinero!
-¿Gastármelo? Voy a triplicar tu dinero, papá
-Ya me estoy arrepintiendo...
-Muchisimas gracias, papi- le di un beso en la mejilla-¡Adiós!-me despedí de todos

Entre en el casino y me fui directamente a las mesas de póquer. Vi una silla libre en una de las mesas sin limite y me senté.

-Guapa, ¿sabes que esta mesa es sin limite?-me dijo un tipo con tatuajes
-Si, perfectamente-le sonreí falsamente
-Pero si es Nastia Benidetti-me dijo un hombre, con tatuajes también, pero este era mas viejo. Le sonreí,  este hombre nos enseño a jugar a mi hermano y a mi a póquer, cuando de pequeños nos colábamos en el casino para divertirnos-¿Como está el granuja de Nate?
-Hola, Julio-me sonrió afablemente- El granuja está bien
-Tienes que decirle a tu padre que ponga más mesas sin limite ¿sabes?- me dijo otro hombre, al que llamaban La Rata. Otra de las personas que me enseñaron a jugar a este juego
-¿Para qué? ¿Para que te desplume?-le pregunté riendo mientras cambiaban mi dinero por fichas. Se escucho un "Ohh" colectivo en la mesa y La Rata rió
-Veo que has aprendido, niña-me dijo
-No soy una niña-respondí mientras toda la mesa me miraba. Y así empezó el juego.

4 horas y media después:

-Escalera Real de Color-dije enseñando mis cartas. La mejor jugada que puede haber. Escuché a la gente de la mesa gemir y echar maldiciones. Atraje las fichas hacía mi mientras decía "venir pequeñas, venir"- Y como ya os he desplumado, me retiro. ¿Alguna objeción?-nadie dijo nada. Creo que les había caído bien a estos tipos, aunque les hubiese dejado sin pasta- Adiós Julio, adiós La rata.

-Adiós bambina-se despidió Julio, mientras ambos, el y La Rata, reían. Creo que estaban orgullosos de mi.

 Me fui directa al bar. Sabía que mi padre no estaba en la sala de las cámaras. Ahora estaría recibiendo a gente importante, con lo que no habría problema con que me pillase. Vino un camarero, realmente guapo. Tendría 21 un años. Le pedí un chupito de whisky.

-¿Cuando tienes un descanso?-le pregunté pícaramente cuando me trajo el chupito e inclinándome en la barra.
-En 10 minutos- contestó inclinándose hacia mi rozando nuestras narices mientras enroscaba un mechón de mi pelo en sus dedos- ¿por qué lo preguntas?
-Por nada-respondí arreglando su pajarita sin dejar de mirarle a los ojos- Pensé que podríamos aprovechar bien ese tiempo-puse mis manos en su pecho
-Creo que podría ser una buena idea-contestó

Se alejo de mi, no sin antes guiñarme un ojo. Cogí el móvil y le envié un mensaje a Eli: "Camarero buenorro. El y yo. Habitación de Hotel ;)".

Diez minutos después, el camarero que se llamaba Liam y yo,  habíamos llegado a la planta donde estaba la habitación que pedí. Estábamos besándonos por el pasillo cuando me pare para abrir la puerta y sin saber porque, me vino la imagen de Luc al cerebro. Agite la cabeza cabrada y retome con aún más pasión el beso con Liam, mientras entrábamos en la habitación. Desabrochó mi vestido con unas manos  ágiles y callo al suelo dejándome solamente con mi ropa interior de Victoria Secret azul y de encaje. Le quite la camisa y me tiro a la cama subiendo encima de mi mientras desabrochaba sus pantalones. Me quitó el sujetador sin dejar de besarme y cubrió mis pechos con sus manos. Pronto desapareció el resto de nuestra ropa, dejándonos aprovechar bien su tiempo libre.

Luc
Salíamos del gimnasio después de hacer deporte. Alan había hecho pesas y corrido en la cinta, y yo, bueno, yo había hecho deporte a mi manera. Una chica bastante guapa que pasaba por delante de la sala de pesas y yo, habíamos decidido pasar un buen rato en los vestuarios. Alan me dijo que se parecía un poco a la amiga de su niñera, Nastia. El tipo no tenía ni idea, la chica del vestuario tenía el pelo completamente negro y Nastia tenía el pelo castaño oscuro. La chica del vestuario tenia los ojos azul-verdoso y Nastia completamente azules. No se parecían en nada. Nos dirigíamos a casa de Alan, últimamente pasaba mucho mi tiempo allí. Me gustaba estar con los gemelos y la casa de Alan era muy acogedora. No como la mía, que parecía sacada de un catalogo de revistas y que nadie viviese allí. Puede que mi madre fuese una buena diseñadora de interiores, pero el tema, casa familiar, parecía que le venía un poco grande.
 Llegamos a la casa de Alan y estaba la puerta abierta. Entramos y sus padres estaban en la entrada poniéndose los abrigos.

-Hola papá, mamá-saludo Alan a sus padres
-Hola, hijo. ¡Hombre, Luc! ¿que tal? ¿cómo está tu madre?-dijo su madre
-Buenas tardes, señores Thompson. Mi madre está bien, un tanto entretenida con el trabajo.
-Eso está bien-dijo el señor Thompson- Nosotros ya nos íbamos. Si Elizabeth tiene algún problema, echarle una mano ¿si?
-Por supuesto, papá-dijo Alan con una falsa sonrisa. Contuve las ganas de reír.

Se despidieron y entramos en la casa. La niñera, Elizabeth, estaba sentada en el sofá, y Jake y Ronald en el suelo viendo la tele. La niñera parecía nerviosa y me percate de que Nastia no estaba por ningún lado.

-¿Donde está tu amiguita?-le pregunté a Elizabeth mientras Alan desaparecía por las escaleras. Ella me miró con cara de susto.
-Eh...no ha venido hoy...-contestó. Sin saber porque, me decepcionó un poco. Esperaba encontrármela allí y divertirme un rato.
-¿Por que?-volví a preguntar. Algún motivo tendría para no venir.
-Porque...bueno..-carraspeó mientras yo alzaba un ceja- ...esta ocupada.
-¿Haciendo qué?-su cara se volvió de un tono magenta y supe que ella sabía perfectamente lo que Nastia estaba haciendo, y no era nada que un santo haría.
-Hacien....haciendo...cosas- dijo con un hilito de voz apenas perceptible.

Pude imaginarme por su tono de voz y el color que había tomado su piel, el tipo de cosas que Nastia estaría haciendo en ese momento.








3 comentarios:

  1. La historia es genial es de las pocas que me enganchan tanto. Adoro vuestra forma de escribir, ojalá subáis más pronto.

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