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Capitulo 16


Alan
Luc llega a mi lado y abre su taquilla. Desde que entramos en el instituto, cada año, elegimos nuestras taquillas de modo que queden una al lado de la otra.
-Eh, tío, ¿has visto mi libro de historia?-le pregunto. Se da la vuelta tras coger su raqueta de badminton y me mira.
-No. A ver si te lo has dejado antes en el laboratorio.
Acabábamos de tener química, pero yo no tenía mi libro conmigo en esa clase.
-No creo.
-¿Quién sabe? A lo mejor te lo llevaste por equivocación y te lo dejaste ahí.-se rascó la cabeza y cerró la taquilla.-Deberías ir al laboratorio a ver que te encuentras.
-¿Qué me encuentro?
-Tú libro, Alan. ¡Tu libro!
Me di cuenta de que no dejaba de pasarse la raqueta de una mano a otra y a remojarse los labios. ¿Pasaba algo? Decidí no darle importancia y pensé que tal vez tenía razón. Agarré mi mochila del suelo y caminé por el pasillo hasta el laboratorio de química.
Supuse que la puerta debería estar abierta, así que giré el pomo de la puerta y entré. La luz estaba apagada, pero yo no estaba solo, escuché unos sonidos y apreté el interruptor de la luz, iluminando la habitación. Y en ese momento, apenas di crédito a lo que mis ojos veían. Mónica, mi novia estaba abotonándose rápidamente la chaqueta mientras que Carter Sulivan se subía la cremallera del pantalón.
-¿Alguien me explica qué está pasando aquí?-pregunté dejando mi mochila en el suelo y mirando de uno a otro.
-Le estaba enseñando algo a Carter.-me contestó mi novia encogiéndose de hombros.
-¡¿Anatomía?!
-Tío no te quejes. ¡La tienes muy abandonada!
-¡Tú cállate o te juro que te parto la boca, gilipollas!-caminé hasta Mónica y la agarré de la mano, zarandeándola -¿¡Cómo has podido hacerlo?!-ella me sonrió con arrogancia y yo recé por no matarla ahí mismo. Me aparté de ella y la miré de arriba a abajo.-Me avisaron de que eras una zorra, pero no les hice caso. Bueno, para la próxima no me equivocaré.
-Oye tío, no le hables así.
Me di la vuesta mirando hacia Sulivan.
-¡¡Tú no me digas como puedo o no hablarle!!
-Mira, paso de vuestras bobadas.-dijo Mónica colocándose la mochila al hombro.-Alan cariño, que sepas que acabo de romper contigo.-dirigió la vista hacia el otro chico-Carter, esta noche mis padres no están en casa, puedes pasarte y seguimos con el trabajo de matemáticas.
Le guiñó el ojo y salió de la habitación meneando las caderas y haciendo resonar sus tacones.
-¡Es una zorra!-dije cuando cogí la mochila del suelo.
-Pero la chupa bien.-dijo Carter a mis espaldas.
Salí del laboratorio olvidándome completamente del motivo por el que había ido allí. El timbre para la última hora tocó, pero yo no iba a asistir a esa clase. Bajé a conserjería y dije que me encontraba mal y que me iba a ir a casa. Eso era lo bueno de estar en 2º de bachillerato, podías irte sin problema.
Caminé hasta un parque que quedaba bastante alejado del instituto y me senté en un banco. Tenía que tranquilizarme, porque si no sabía que acabaría matando a alguien. Saqué un porro de la mochila y me lo llevé a los labios. Luc me había avisado. Nastia también Nunca quise hacerles caso, siempre pensé que bueno...Mónica podía ser un poco egocéntrica y fría, pero ¿ponerme los cuernos?
Al cuarto de hora mi móvil vibró y lo saqué. Luc.Me llevé el teléfono a la oreja y contesté de inmediato.
-¿Lo sabías? ¿Sabías lo que pasaba en ese maldito laboratorio?
-Necesitaba que lo vieras con tus propios ojos...
Me levanté del banco y me pasé la mano por la cabeza.
-¡¡Joder, joder, joder!! ¡Se estaba follando a Carter Sulivan ahí mismo!
-Lo sé, Alan. Lo sé. Pero oye, ¿tío donde cojones estás?
-En un parque...necesito estar solo Luc.
-Si, claro. Alan escúchame bien. No quiero que cuando llegues a casa estés colocado o borracho, hoy no puedo ir a tu casa porque tengo planes y conociéndote...pobre de Eli y la pija. ¡Necesitas estar sobrio! ¿Me entiendes?
-Mira tío, ¡te pareces a mi madre!-pude escuchar un resoplo al otro lado de la línea.
-¡Joder! Está bien. ¿Sabes qué? ¡Haz lo que quieras!
Me colgó y volví a darle otra calada a la marihuana. Lo peor de todo fue la última frase de Mónica. Alan cariño, que sepas que acabo de romper contigo. ¡¿Qué demonios?! ¿Ella conmigo? ¡Era al revés! Pero ahora eso no importaba...

Llegué a mi casa cuando eran ya cerca de las siete de la tarde. Entré en el salón y encontré a Jake tumbado en el suelo, haciendo lo que parecían ser unos deberes de lengua. Seguramente a estas horas Ronald tendría baloncesto. Eli llegó desde la cocina con un vaso de zumo en la mano.
-¿Dónde está tu amiguita?
-Hoy no viene.
Se sentó en el sofá y encendió la tele. Puso MTV y yo le quité el mando enseguida. Cambié a un canal donde estaban echando un partido de tele y me traje una cerveza de la cocina. Me senté a su lado y bebí un trago.
-¿Y tu amigo?-giré y la miré.
Mi cabeza daba vueltas debido a los efectos de la marihuana. Así que solté aire y me deslicé hacia abajo en el sofá. Necesitaba descansar.
-Tiene otros planes.
Ella asintió y se cruzó de brazos, fingiendo prestar atención al partido. La miré de reojo y no pude evitar compararla con Mónica. Obviamente no se parecían en nada. Mónica era rubia, alta y su ropa siempre consistía en camisetas super cortas con un escote de infarto, pantalones ajustados y tacones de super modelo.
Sin embargo, Elizabeth era algo muy diferente. Su melena morena me resultaba aún más atractiva, era bastante delgada y yo sabía que debajo de esa ropa escondía un cuerpazo. No es que ella se vistiera con un hábito de monja, pero sus camisetas casi nunca solían llevar escote, siempre solía llevar deportivas o francesitas sin tacón. Pero lo que no se podía negar, era que era muy guapa. No sé por qué no lo había visto antes.

Elizabeth
Cuando Alan volvió de la cocina con su tercera cerveza me empecé a preocupar. Se dejó caer en el sofá a mi lado y cruzó las piernas sobre la mesita del salón.
-¿Oye, te piensas emborrachar?
Me miró y me dedicó una espeluznante sonrisa malvada.
-Así es.
A penas pude creerme lo que acababa de decir.
-¿Qué? No, no, no.
Extendí mi brazo e intenté quitarle la lata pero el movió su brazo con agilidad, apartándolo de mí. Intenté llegar hacia él, pero me cogió la mano y tiró de mí hacia él. Perdí el equilibrio y caí encima de él. Estábamos muy cerca y pude sentir su aliento a alcohol en mi boca. Su mano estaba situada en la parte baja de mi espalda y sus ojos miraban fijamente mis labios.
-¿Nena, te piensas quedar así toda la noche?
Rápidamente me incorporé y me di cuenta de que Jake ya no estaba en la habitación.
-¿Y Jake?-le pregunté a Alan. Él sonrió y le dio un trago a la cerveza.
-Estabas tan ocupada intentando echarte encima de mí que no te diste cuenta de que se fue a su cuarto.
Le descuarticé con la mirada. Luego me levanté del sofá y caminé hasta el cuarto de los gemelos. Ambos compartían el mismo cuarto.
Tenían la habitación pintada de azul, y en el techo estaban pegadas pequeñas estrellas que por la noche brillaban, haciendo que te sintieras como si estuvieras en la Vía Láctea. La enorme litera de madera estaba situada a un lado de la habitación, y al otro, un escritorio bastante amplio donde ambos guardaban sus libros y materiales. En las puertas del armario había un montón de pegatinas de Toy Story y Shrek. Y en las ventanas colgaban unas enormes cortinas del mismo color que la habitación que llegaban hasta el suelo.
Abrí la puerta y me apoyé en el marco. Jake estaba tumbado en la cama, jugando con la PSP.
-¿Has acabado los deberes?-le pregunté cruzandome de brazos.
-Qué si...
-¿Has estudiado?
Antes de que el me contestara, escuché abrirse y cerrarse la puerta de la casa. ¿Quién había venido? ¿Luc? Me di la vuelta y bajé las escaleras, pero no había nadie. Alan se había ido. Corrí hasta el perchero y cogí mi abrigo.
-¡Jake vuelvo enseguida!
Abrí la puerta y salí a la calle. Alan estaba caminando con paso acelerado por la calle. Corrí hasta ponerme a su lado y vi que tenía un cigarro en la mano.
-¿Se puede saber a dónde vas?-le grité. Ni siquiera me miró cuando me contestó.
-¿Por qué no vas a ocuparte de mi hermano? ¡Anda! ¡Qué yo no necesito niñera!
-Mira en qué estado estás, parece que no piensas, ¡joder! Alan, volvamos a casa.
Pero no me hizo caso y empezó a caminar todavía más rápido. No podía dejarle solo. Estaba bebido y a saber lo que haría.
-Alan, está anocheciendo. Tío, volvamos.-se paró en seco y me miró entrecerrando los ojos.
-Si quieres volver, ¡vuelve! Yo me quedo aquí.
Estuvimos dando vueltas por las calles un cuarto de hora más. Anocheció y Alan se metió en un barrio donde a penas había gente. Se sentó en el suelo, apoyándose en la pared de una casa, debajo de una farola. En todo este tiempo se había fumando dos cigarrillos y quería encender el tercero.
-¡Ni se te ocurra!-Me puse de cuclillas delante de él y le cogí el paquete.-Alan, ¿qué te pasa? Me estás asustando...
Parecía como si estaba ido. No me escuchaba y no me hacía caso. Entonces fijó su mirada en mis labios y se acercó con una sonrisa.
-¿Te han dicho alguna vez que tienes unos labios preciosos?
Sin dejarme responder juntó su boca a la mía mientras que llevaba su mano a mi pelo y juntaba aún más nuestras cabezas. Me quedé helada, con los ojos bien abiertos y muy sorprendida. Cuando por fin reaccioné, me alejé de él y le pegué un tortazo en la cara. Rápidamente se llevó la palma de la mano a la mejilla y me miró con odio. ¿Por qué lo había hecho? ¿Por qué me había besado?
Me levanté y me crucé de brazos, mirándole.
-Necesitamos volver. Necesitas una ducha e irte a la cama.
Como perrito obediente asintió y se levantó. El camino hacia su casa se me hizo corto. Cuando llegamos, Alan se dio una ducha y se metió en la cama. Ronald ya había llegado y ambos gemelos esperaban por mi para que les hiciera la cena.
-¿Dónde habéis estado?-me preguntó Jake mientras que yo les ponía sobre la mesa la bolsa de cereales.-Y por cierto,¿solo vamos a cenar cereales?
-Jake, no me apetece hacer nada más, así que esto es lo que hay. Lo tomas o lo dejas.
Me senté con ellos y apoyé los codos sobre la mesa.
-No has contestado.-me dijo Ronald mientras se metía una cuchara de leche con cereales en la boca.
-¿Eh?
-¿Qué dónde estuviste con Alan?-me repitió Ronald como si fuera algo obvio y tratándome como una retrasada mental.
-Por ahí...
No quería darles detalles a los pequeños bichos de cómo su hermano se echó sobre mí para besarme. Obviamente estaba borracho, porque sé de sobra que nunca haría algo así. ¿No, verdad?


1 comentarios:

  1. ¡¡¡¡OLE OLE OLE OLE OLE!!!! PORFIIIN. Al fin Alan se dió de cuenta de que la guarra de su ex-novia le ponía los cuernos, y OLE OLE OLE por el Alan borracho que besó a Elizabeth. PORFIIIN. bueno que me encanta este capítulo (y todos los demás)que la novela está perfecta, seguid asi, que me encanta. Besos

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